A la noche, solloza su voz anónima el desamor, llantos ahogados, quebrados y huecos a través del muro – hueco, de la pared hueca. Del corazón hueco y roto, hecho añicos como infinitesimales cristales que se le clavan, agujas diminutas. Compungida se retuerce y estruja algo donde se encuentra su alma, retorcida y envenenada. Recuerdo ese dolor. Se disuelven y se arrastran por su sistema nervioso, y la hacen temblar y tiritar y rajan y quiebran y arañan desde dentro y se siente ahora yerma, marchita – oscura; un agujero negro se la traga y la llena de nada, en la nada llena de vacío. Nada. Sabe a sudor y a sangre muerta. Amarga. Pasea por su cuerpo un deseo, muerto y fulminante, la desarma y la deshace. Rota e invisible. Arde, arde, arde y la quema en un aullido callado.
Los sedimentos al final se posan, y la costra, al final se cae.
Y donde desaparece tu alma, rota de desamor – rota, bate sus alas una mariposa sobre tus labios. Siempre.
Fiona Apple – Never Is A Promise
No hay comentarios:
Publicar un comentario