Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...
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viernes, 27 de febrero de 2015

Mi cosa te dire..

Bailaba con el sombrerero loco a los tres años,
con pegatinas en el culo ¡rock!
y, a pesar de mi desubicada bilateralidad desafiante, estoy
programada para el baile. De Marte.
Desde entonces, empedernida cantora lunática,
hablo de la luz, y de la noche; y desafío
los consejos de Mamá y del viejo Dave,
buscando aquellas cosas que es mejor 
no ver, y viento, y coches, y monstruos
con nombre de mujer. Y brujas, y gansters. 

De duloliterae, Divina.




















sábado, 13 de abril de 2013

Píldora #18 o del eco y las flores..


Es un narciso mirándose en el espejo de la fuente. Observando la poesía del universo.
(Anónimo)

 
”Eco y Narciso” 1903. Oleo en tela, 109.2 x189.2 cm
del artista Inglés Pre- Rafaelita: John William Waterhouse (1849-1917)
………………………………………………………………………………………
En la mitología griega Eco es la bella ninfa del grupo Orea, propia de las montañas y colinas. Eco se enamora fervientemente de Narciso. Pero para su dolor penitente él no le corresponde, porque vive embelesado con su propia imagen. Cuando Narciso se observó por primera vez en las aguas cristalinas se admiró tan bello, que lo atrapó el hechizo de la vanidad y se destruyó a sí mismo. La ninfa Eco desde pequeña adolecía de confusión latiniparla; irritaba a quien estuviese a su lado con su continuo parlotear. No se podía callar, por más que se lo propusiese. Dicen que cuando Juno, (Hera), hija de Cronos y Rea, quiso sorprender a su hermano y esposo Zeus, (Júpiter) con sus amantes, las ninfas juguetonas, Eco, con su insolente conversación los alertó y escaparon. Juno indignada con la fuga de su esposo y su séquito, se desquitó con Eco. Juno la maldijo:”- Te estará prohibido el uso de tu voz porque me engañaste, desde ahora en adelante sólo podrás responder”
……………

Desde entonces, y ya han pasado varios siglos, aunque Eco se esfuerce en hablar, sólo logra repetir la última palabra de su interlocutor. El pintor John William
Waterhouse era romano, descendiente de familia inglesa amante del arte. En su obra el pintor amalgama la perfección y atención al detalle propia del sajón y la voluptuosidad de la pintura italiana. El artista era más joven que la generación de Roseti y Burne-Jones. En esta obra de matices insuperables, nos transmite los sentimientos de Eco. Quien con arrobamiento y languidez, mira a Narciso quien sólo tiene ojos para admirarse a si mismo! Es importante notar que, Waterhouse en vez de representar la tragedia del amor no correspondido con signos de un desasosiego asfixiante, ó demoledor, lo consigue dándole una expresión sublime. La bella Eco exude una resignación dulce de quien acepta el mandato astral. Sin los rasgos dramáticos que previamente enfatizaban los Maestros. El colorido y el esplendor del paisaje es un bálsamo para la vista. Igual, los bellos narcisos que nacen en el lugar donde Narciso perece.
……
Eco desde su primer plano acepta la distancia del olvido.
Pero, presiente el dolor de su elegido, pues al delirante se lo llevará el río. 



CHRISTINA ROSENVINGE - CANCIÓN DEL ECO EN LA CASA MURADA 2011 

Nota mental:senoicnacsimebircseanitsirhc desde el otro lado del espejo.

martes, 18 de octubre de 2011

Doctor, is this a bad thing?

I fell down the rabbit hole onto the Great Chinese Wall yesterday and there has grown a new portable key on my laptop... oops!


Arctic Monkeys - Suck It And See (Live at the Edge)

jueves, 28 de enero de 2010

Behind


Ahora vivo en una ciudad de la que siempre me sentí un poco y en la que siempre estuve de paso. Jamás tuve intención de quedarme, pero la madriguera a veces te escupe en los lugares más insospechados.
Since I moved in here I started to build that kind of feeling that makes you belong. No es algo que sientas o no sientas, a traves de la mirada te mezclas con el espacio y con la gente en una simbiosis rítmica absolutamente necesaria, y por la que puedes trabajar. But never mind how long I've been arround, now that I'm staying I feel a stranger myself in a strange city ¿Estaré perdiendo esas habilidades?

Ayer fue un gran día, aparte el hecho de que aún no se solucionó el problema de mis goteras y de mi caldera/bomba del agua, debe ser que la magia decidió pararse y revolotear por aquí.
  • Tengo misteriosamente presión de agua normal, conste sin que nadie lo haya reparado aún -mantengámoslo en secreto, así que ¡¡me puedo duchar cuando quiera con agüita caliente siii!!
  • Después de presionar a las chicos durante dos semanas, haciéndoles estudiar y estudiar con una disciplina casi militar que más que favorecerles, creí les iba a traumar, sin confiar nada en sus posibilidades... tachan!!! no es que hayan mejorado algo, no, es que todos, absolutamente todos, TODOS esos alumnos de una clase en la que siempre suspendían un tipo de examen concreto preparatorio para la Universidad de Cambridge, repito: TODOS ¡lo han aprobado!
  • Resulta que tengo una frutería "en el barrio". Vivo en el centro y mi tienda de la esquina viene a ser un conocido centro comercial, hecho que no me agrada particularmente. Recuerdo vivir en el barrio de emigrantes y estudiantes de aquella ciudad del Reino Unido, con mi frutería Pakistaní en la esquina, la floristería y las chariti shops en los soportales, por allí me gustaba perderme y mezclarme con la gente... el mercado internacional, que no era nada parecido a mi tienda de la esquina, era un sitio en el que sí podías encontrar esa sensación de "cercanía" (?) con no sé qué. Tengo que reconocer feeling que da lugar a al fenómeno de mezclarse con el todo que nos rodea depende mucho de nosotros, pero démonos la licencia de admitir que unos entornos ayudan más que otros... Pues resulta que tengo una frutería en "el barrio", un poquillo más abajo, donde el centro de la ciudad se pierde al otro lado de la Avenida, un poquito más abajo del Minero, al lado de la ferretería, ahí puedes encontrar la frutería. Detrás del mostrador te está el frutero. Es un hombre atractivo y jovial. Desde siempre anduvo sólo y cuando acabó el servicio militar marchó a Barcelona a vivir. Ahora regresó a esta antigua ciudad de mineros y lleva su pequeño negocio intentando ser un comerciante honrado. Ayer sonreía y mientras anudaba cuidadosamente cada verdurita en su bolsa y las pesaba, me contó los horarios de la frutería escondiendo una felicidad inmensa detrás de su cálida expresión mientras se disculpaba por cerrar por las tardes estos días. Y es que su mujer ha dado a luz y han tenido un niño. Quiere aprovechar con ellos.
  • El Nene se presentó por sorpresa, fingí con desdén que no me ilusionaba, por cuestiones que no vienen al caso... pero reconoceré, aquí entre nosotros, que me hizo sentir como nena chica. Guárdenme el secreto.
  • Los grandes, los grandes parecían grandes ilustrados ayer. Sé que es la fantasía de un momento puntual, pero qué bien sienta cuando le ves un fruto a tu esfuerzo.

Vale, de acuerdo, esta lista es una ñoñería, pero paso por uno de esos momentos en el que la madriguera sólo me escupe a lugares oscuros y grises donde tienes que seguir las reglas en todo momento y no hay mucho lugar para la fantasía. Parece el mundo al revés. Cada vez que veo un agujero, por allí que me meto y... vuelta a empezar: otro sitio gris. Ayer se equivocó, dejemos constancia de ello.

miércoles, 27 de agosto de 2008

El Verano

Ya no quedan desiertos. Ya no quedan islas. Y sin embargo, se siente su deseo. Para comprender el mundo, a veces es necesario apartarse de él; para servir mejor a los hombres, mantenerlos a distancia un momento. Pero, ¿dónde encontrar la soledad que necesita la fuerza, la larga respiración en la que el espíritu se recoge y se mide el valor? Quedan las grandes ciudades...


De "El minotauro o el alto de Orán"
en El verano de Albert Camus





Cowboy Junkies - Sweet Jane



Anyone whos ever had a dream
Anyone whos ever played a part
Anyone whos ever been lonely
And anyone whos ever split apart

jueves, 19 de junio de 2008

De "La elegancia del erizo"

El lunes 16 de junio viene a parar a mis manos durante un momento tonto, de esos que coges lo primero que pillas, para matar el segundo siguiente, un libro que paraba en el mueble del pasillo de mi casa. Venía viendo a mi madre reirse -literalmente- a carcajadas espóntaneas en los últimos días con el tomo entre las manos...
Pues bien cogí el librito y lo abrí en cualquier página, y empecé a leer por cualquier párrafo, cualquier palabra...
Me tomaré la molestia de copiarlo entero -el cachito que leí-, si bien merece la pena compartirlo; ahí os lo dejo:

En lo que a mí respecta, tengo doce años, vivo en la calle Grenelle, número 7, en un piso de ricos. Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Papá es diputado, después de haber sido ministro, y sin duda llegará a ser presidente de la Asamblea Nacional y se pimplará la bodega del palacete de Lassay, sede de dicha Asamblea. Mamá... Pues bien, mamá no es lo que se dice precisamente una lumbrera pero tiene cierta cultura. Es doctora en letras. Escribe sus invitaciones para cenar sin faltas de ortografía y se pasa el tiempo dándonos la tabarra con referencias literarias ( “Colombe no te pongas en plan Guermantes”, “Tesoro, eres una auténtica Sanseverina”).

Pese a ello, pose a toda esta suerte y a toda esta riqueza, hace mucho que se que el destino final es la pecera. ¿Qué como lo sé? Pues porque da la casualidad de que soy muy inteligente. Excepcionalmente inteligente, incluso. No tengo más que compararme con los demás niños de mi edad para ver que nos separa un abismo. Como no me apetece mucho llamar la atención, y en una familia en la que la inteligencia se considera un valor supremo a una niña superdotada no la dejarían nunca en paz, en el colegio trato de hacer menos de lo que podría, pero aún así soy la primera en todo. Hay quien podría pensar que resulta fácil pasar por alguien con una inteligencia normal cuando, como yo, a los doce años se tiene el nivel de una universitaria de una facultad de dificultad superior. Pero ¡no, en absoluto! Hay que esforzarse mucho para parecer más tonto de lo que se es. Aunque, en cierta manera, este empeño no salva de morir de aburrimiento: todo el tiempo que no tengo que pasar aprendiendo y comprendiendo, lo empleo en utilizar el estilo, las respuestas, las formas de proceder, las preocupaciones y los pequeños errores de los buenos alumnos normales y corrientes. Leo todo lo que escribe Carmen Boret, la segunda de la clase, en mates, lengua e historia, y así me entero de lo que tengo que hacer: en lengua, una serie de palabras coherentes y correctamente ortografiadas; en mates, la reproducción mecánica de operaciones desprovistas de sentido; y en historia, una sucesión de hechos ligados entre sí por conectores lógicos. Pero incluso si me comparo con los adultos, soy mucho más lista que la mayoría de ellos. Así son las cosas. No me siento especialmente orgullosa porque tampoco es que el mérito sea mío. Pero está claro que yo no pienso terminar en la pecera. He reflexionado mucho antes de tomar esta decisión. Incluso para una persona tan inteligente como yo, con tanta facilidad para los estudios, tan diferente de los demás y tan superior a la mayoría d ella gente, mi vida ya está toda trazada, lo cual es tristísimo, nadie parece haber caído en la de que si la existencia ya es absurda, lograr en ella un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo. Simplemente es más cómodo. O ni siquiera: creo que la lucidez hace amargo el éxito, mientras que la mediocridad alberga siempre alguna esperanza.

He tomado pues una decisión. Pronto dejaré la infancia y, pese a mi certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. Por ello empleamos todas nuestras energías en convencernos de que hay cosas que valen la pena y que por ello la vida tiene sentido. Por muy inteligente que yo sea no sé por cuanto tiempo podré luchar contra esta tendencia biológica. Cuando entre en el mundo de los adultos ¿seré capaz todavía de hacer frente al sentimiento del absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso el día que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré. Pero cuidado, no pienso hacerlo a bombo y platillo como si fuera un acto de valentía y un desafío. De hecho más me vale que nadie sospeche nada. Los adultos tienen con la muerte una relación rayana en la histeria, el hecho adopta proporciones enormes, se comportan como si fuera algo importantísimo cuando en realidad es el acontecimiento más banal del mundo. Por otra parte lo que a mi me importa no es el hecho del suicidio en sí, sino el cómo. Mi vertiente japonesa se inclina evidentemente por el seppuku. Cuando digo mi vertiente japonesa me refiero a mi amor por el Japón. Estoy en octavo y como es obvio, he escogido el japonés como segunda lengua. El profe de japonés tampoco es que sea muy bueno, se come las palabras cuando no habla su idioma y se pasa el tiempo rascándose la coronilla con aire perplejo, pero el libro de texto no está mal y, desde que empezó el curso, he progresado mucho. Tengo la esperanza de que, de aquí a pocos meses, podré leer mis cómics manga preferidos en su edición original. Mamá no entiende que “una niña tan lista como tú” pueda leer manga. Ni siquiera me he tomado la molestia de explicarle que “manga” en japonés significa “tebeo”. Ella cree que me atiborro de subcultura, y yo no hago nada por sacarla de su error. Dentro de unos meses quizás pueda leer a Taniguchi en Japonés. Pero esto nos lleva de nuevo a nuestra cuestión de antes: eso tendría que conseguirlo antes del 16 de junio porque ese día me suicido. Pero nada de seppuku. Sería un gesto cargado de sentimiento y belleza pero... da la casualidad de que... no tengo ninguna gana de sufrir. Más aún, detestaría sufrir; encuentro que cuando se toma la decisión de morir, justamente porque se considera que es algo que es lógico, hay que hacerlo con tiento. Morir ha de ser un paso delicado, un deslizarse suavemente hacia el descanso. ¡Hay gente que suicidaría tirándose por la ventana de un cuarto piso, bebiéndose un vaso de lejía o incluso ahorcándose!¡Es aberrante! Lo encuentro algo obsceno ¿De que sirve morir si no es para no sufrir? Yo, en cambio, he previsto bien mi salida de este mundo: desde hace un año, todos los meses le cojo a mamá un somnífero de los que guarda en su mesilla de noche. Se toma tantos que, de todas maneras, no se daría cuenta si le cogiera uno cada día, pero he decidido ser muy prudente. No hay que dejar ningún cabo suelto cuando se toma una decisión que es harto improbable que nadie comprenda. Uno no imagina la rapidez con la que la gente obstaculiza los proyectos a los que más apego se tiene, en nombre de tonterías del estilo”el sentido de la vida”o “el amor a los hombres”. Ah, y también: “el carácter sagrado de la infancia”.

Así pues, me encamino tranquilamente a la fecha de 16 de junio y no tengo miedo. [...] En los cómics de Taniguchi, los héroes mueren escalando el Everest. Como no tengo ninguna probabilidad de escalar el K2 o las Grandes Jorasses antes del próximo 16 de junio, mi Everest personal es una exigencia intelectual. Me he puesto como objetivo tener el mayor número posible de ideas profundas y apuntarlas en este cuaderno: si nada tiene sentido, al menos que el espíritu se vea forzado a enfrentarse a tal situación, ¿no? Pero como tengo una vertiente japonesa muy acusada, he añadido una obligación más: esta idea profunda ha de expresarse bajo la forma de un pequeño poema a la japonesa: un haikú (tres versos) o un tanka (cinco versos).


Mi haikú preferido es de Basho.

En estas chozas

comen los pescadores

¡gambas y grillos!



¡Esto, de pecera nada, no; esto es poesía, si, señor!

Pero en el mundo en el que vivo hay menos poesía que en una choza de pescador japonesa ...

El libro del que os hablo es:

La Elegancia del erizo

escrito por Muriel Barbery
y editado por Seix Barral

domingo, 15 de junio de 2008

Caracol, el gato viajero

Ada siempre tuvo historias traumáticas con sus mascotas. Tuvo gatos de pequeña y también peces, su mamá no es muy amiga de los perros, diríamos que sufre una fuerte fobia si no fuera porque al leerlo manifestaría, de seguro, inconformidad. Así que no lo diremos. Ada recuerda dar de beber leche a unos gatitos recién nacidos, leche de unos biberones que en realidad eran jeringas -sin aguja-, estos gatitos eran blancos, o quizás sólo era uno. El gatito murió pequeño y Ada no recuerda el día en el que murió, ni al gato, ni su nombre, sólo tiene un recuerdo borroso de cuando su papá lo metió en una caja de zapatos y lo enterró en algún lugar... De todos modos ella piensa a veces que el recuerdo de la caja lo tomó de algún serial de la televisión, y de mayor duda de si el pequeño felino fue enterrado o de incluso si llegó a existir alguna vez. Quizás algún familiar ha confirmado en parte esos recuerdos, pero sin detalles y Ada quizás sólo ha hablado dos veces de ello en su vida.

Recuerda unos peces de colores en una hermosa pecera de cristal, como antigua. Una pecera preciosa que aún conserva y que evocaba mundos de fantasías acuáticas. Metieron dentro de la pecera muchas piedras de colores y otras de cristal azul que parecían gotas de océano, y también le recordaban a las cuentas de un collar mágico que una vez tuvo en un sueño. Para que los peces de colores se sintieran como en casa les pusieron caracolas de mar, para que pudieran tener sus escondites y jugar. Uno de los peces era un suicida y saltaba fuera... por las mañanas cuando faltaba lo buscaban con desesperación por el salón y lo devolvían al agua, hasta que un día nunca apareció. A Ada le da vergüenza admitir que realmente el tacto de los peces le desagradaba y que le costaba mucho tocarlos con las manos, viscosos y frágiles, y que siempre lo pasaba mal cuando iban a limpiar la pecera, por temor a dañarlos. Sufría. Los peces acabaron muriendo y al final que ya no estuvieran fue una alivio, pero siempre sentiría culpa, además de una especie de temor a que el fantasma del pez desaparecido saliera de dentro de una de las caracolas en las que había quedado atrapado, según ella, y siempre que pasaba cerca de esta se sentía acosada por su presencia, como una mala vibración kármica. Nadie creyó nunca que el pez desaparecido no hubiera realmente desaparecido, pero algún tiempo después algún hecho que ella no recuerda con claridad confirmó su teoría. Eso cree pero no es capaz de afirmar si esa confirmación fue compartida por alguien más que el pez y ella misma.

Algunos de sus amigos tuvieron conejos y otros animalitos, como pollitos teñidos de colores. Ahora los considera un atracción monstruosa: pollitos rosas, naranjas, azules... En su día no supo mantener una relación sana con los animalitos de sus amigos y un escalofrió, como de nerviosismo extraño, recorría su cuerpo cada vez que sostenía en sus manos el cuerpo caliente de, digamos, un pequeño conejo, y sentía el ligero latir de su diminuto corazón, le entraba pánico de pensar en un movimiento rápido de la criatura, un movimiento que ella no hubiera calculado. Nada más pensarlo, antes de rozar el peludo cuerpo, ya sentía ganas de soltarlo y correr. Temía hacerle daño, y sentía también algo de vergüenza.

Ada tuvo otro gato, era un gato negro y simpático. Tenía la cola partida en dos, truncada, como si fueran dos pequeñas ramas, parecían cuernos, y le puso de nombre Caracol. A Caracol le cantaba aquella canción que decía: Caracol-col-col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, ya los sacó... Siempre le ha molestado pensar que no se acuerda bien de la canción, por lo de la falta de concordancia sintáctica, pero imagina que serían cosas de chicos para consolarse. Se sentaba con su gato negro en las escaleras da la puerta de su casa y le cantaba, jugaba con un globo. Caracol era un gato medio salvaje porque vivía entre la casa y el patio y la leñera de la casa. Cazaba, y jugaba con Ada. Cuando volvieron de vacaciones un verano ya no estaba. Le contaron alguna historia amable y, pasado un tiempo, más gatos fueron a vivir entre el patio y la leñera. Le contaron que eran los hijos y los nietos de Caracol. Ada siempre esperó que Caracol volviera, y durante mucho tiempo lo buscaba cuando veía un gato negro en cualquier sitio, le habría sido muy fácil reconocerlo, por la cola, y le habría cantado Caracol-col-col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, ya los sacó... Echaba de menos a Caracol, pero le enorgullecía haber tenido un gato viajero. De mayor Ada quiere tener un gato negro y viajar.

viernes, 6 de junio de 2008

Cronopio Fascinante

Hay un Cronopio que me fascina...

Sensible y poco convencional el tipo, me acompaña, me lee... Mi amigo Cronopio llegó este día de mi desperado reposo, que fue la plataforma de nuestro nostálgico lanzamiento por la youtubera madriguera del recuerdo. Cronopio es un hombre encantador y no se opuso a tan arriesgada aventura, primero huimos del pistolero que llegó a mi ciudad, y que qué hacía una chica como yo en un sitio como ese...

Recordar... la primera canción que recuerdo haber cantado, si acaso no olvido sólo trocitos de la letra y nunca, nunca, donde...

A partir de ahí, lugares comunes, y mi canciones, la de los Burning también. Otros recuerdos que hacemos propios, y nos colamos en un concierto de Loquillo.

A Cronopio le gustan Alaska y los Pegamoides y otras gamberradas, y todo me recuerda a la Bola de Cristal, que empezaba así... pincha, pincha y verás!! Con un linkado de esta clase vuelvo a las canciones de mi infancia ... yyy un camino para ir directos, un buen sitio para estar sentados... y un paseo por los grandes clásicos de Radio Futura... no podíamos dejar de bailar en la búsqueda de la canción perfecta...

... y mientras caíamos, mal bicho seguía sonando igual de bien. De pronto se abre esa puerta que da un giro inesperado a nuestra animada tarde, para caer en dimensiones pasadas y también algo más presentes en un improvisado vuelo a las islas navegando en el Dry Dock, momentos que se deslizan unos sobre otros mientras repasamos a los cure, para no quedarnos con el gusanillo, boys don't cry, salvo si es por Uma Thurman, enamorémonos otra vez de la única persona del planeta que podía soportar esta escena, ay, Tarantino! Tarantino... y Paquito Tarantino nos acercan a dimensiones más cercanas del espacio tiempo, momentos que han marcado este último año, y si tú si yo, que hacen un guiño a instantes que ojalá no hubiera conocido nunca, para no amarlos siempre, para no echarlos de menos... La luna, de aquel concierto, que me persigue en todo momento, en todo mi pensamiento... esa chinita de sus ojos...

Tengo un Cronopio y me fascina y le regalo la canción perfecta, que yo sí la encontré, por una tarde estupenda de risas, locuras y desvíos interdimensionales...



- show me, show me, show me how you do that trick -


lunes, 2 de junio de 2008

¿Quién no se identifica?

He robado esta imagen del "feisbuc" de la Mini, buenísimo. No puedo más que intentar contener una carcajadilla que me sube, por no reirme, que me duele!! Ay! A mamá le encantó y es que quién no se identifica, al menos un poquito...
Sólo lo deletrearé, porque su simple sonido ya me desagrada, cuanto más la idea que desata el significante:

O - P - O - S - I - C - I -O - N - E - S

Sssshhhhhhhhh......!! Ni la pronuncien!!

sábado, 31 de mayo de 2008

Crónica de una operación anunciada


29 de Mayo de 2008


Al despertar, me tapé con la manta hasta la cabeza, como si fuera una niña pequeña... pero claro, resultaba algo ridículo, tú sabes, y me dió un poco de vergüenza ajena de mi misma, cosa dicen no es muy normal sentir... ¡¡aunque a mi me pasa a menudo!!

La ducha, a pesar de la maravillosa alcachofa que papá le ha puesto, fue como caminar condenada hacia el peor de mis destinos... ¡oh! ¡Qué alguien me haga desaparecer! Me propuse este cambio de actitud al marchar, aunque costaba, los peces son muy monos, very motivating, según se mire...

Llegamos al hospital, día lluvioso, colmo de esa melancolía insoportable: querer estar en otro lugar... y con esa mala leche rabiosa incontrolable (perdón mamá? que siempre tienes que sufrirme...). Incontrolable también el temblor de piernas que delataba mi miedo. Encontramos de casualidad con Yeyes y Manolo, no sé quien tenía más cara de haber visto a un fantasma, él o yo... mal de muchos, consuelo de tontos, tonta yo que me consoló un poco, de la gracia que me hizo.

Empieza el cachondeo, mamá tiene prisa por llegar, y papá y yo nos queremos escapar. Confusión al llegar a planta ¿tengo un médico de cabecera? De verdad, alguien espera que responda a cuestiones practicas en ese momento, reacciono, y me acuerdo, creo que sí, que tengo un médico de cabecera, pero vayámonos, movámonos de aquí, a otro lugaaar...

Al entrar en la habitación me encuentro a la hermana de Eva en la cama, la pobre llevaba ahí ya muchos días y qué compostura, na' que ver.

Desnúdate, ponte esto, túmbate... pero ¿por queeeeé? Me hacen cosas que prefiero no mencionar... y a traición; viene un enfermero en prácticas y me da una pastillita que no me quitará el miedo pero sí los temblores y me llevará a ese estado tan agradable... se dice que nunca estuve tan encantadora tanto rato seguido...

Llegan Yeyes y Manolo, y papá y mamá... hay una comitiva Bañusca fuera, pero papá los desmarca, parece que estamos allí todo el pueblo, por supuesto no vienen por mi, a mi vecina también la están pasando por quirófano, afortunadamente mucho menos grave de lo que esperaban...

La pastilla me sube, el pavo también y esto empieza a tomar color, vayámonos de cañas!! Nervios + colocón = risa floja, flojera mental... ya nos podemos ir ¿no?

Vienen a por mi y me sacan en la cama... es de verdad como en las películas y ves a la gente desde abajo con esa sonrisa forzadilla de “verás que no es nada”, yo saludo sonriente como si fuera un personaje real – de la realeza – ¿otra ronda de pastillas?

Tengo mucho frío... y me bajan a quirófano. Allí todo el mundo está muy como a lo suyo, y te sientes como en una cadena de producción siendo tú el producto, claro, pero con cariño. Una enfermera estupenda me da el mejor pinchazo de mi vida, pues no me duele, a pesar de que mis venitas asustadas se esconden en cuanto la ven venir, como siempre... y un morillo mu' cachondo que resulta ser el anestesista me saca de la pesadilla de la anestesia general... “para esa tontería de nada... solo te vamos a dejar sin cintura para abajo un rato!”, es que me dijeron... “ y que sabrán los médicos de anestesia!”, pues deberían, noooooo?!. Me colocan ahí a la entradita y los veo ahí, organizando, “a los que lleguen ponédmelos al final para que no se nos vayan acumulando”, “ al os de gine? Se les pincha en la derecha”, alguien llama a una mosca “diptero volador” y se afanan de lo glaumorous que suena eso, pero una mosca en un quirófano... me guardo el comentario – me da la risa, que estoy colocada, y en realidad creo que le sonrío a todo el mundo desde que salí de la habitación.

Ahora vienen con una silla de ruedas – una silla de ruedas???!!! si todavía no me han dormido, creo... – mejor sí, porque me tiemblan las piernas ay!ay!ay! Que me suben a un potro pero como del espacio, un enorme platillo gigante luminoso encima de mi cabeza y una señora vestida de verde me deja semidesnuda mientras toda yo estoy hecha un auténtico flan... sube los brazos, dobla la espalda, baja la cabeza, no te muevas... y aaaay!! que me han clavado una cosa en la espalda, dentro de poco empezará la transformación... vale, vale, no me muevo. Me hago la valiente y aprieto los pies contra unos pedalitos que tengo abajo, mientras sigo tiritando... que compresiva la enfermera, “es que estás en ayunas...” sí ya, si ya... que lo que tengo es miedo... Pero.. que se me duermen los pies! Ay! A qué me agarro yo ahora?? Aparece mi médico que se sorprende de verme medio dormida, es decir de cintura para abajo, pero bien... Empiezan a hacer conmigo lo que quieren, no me gusta nada, ay!ay!ay! Yo quiero otra pastillita de las de antes podfa'; y el anestesista simpático me enchufa algo por el gotero... jijijij! Ahora sí, me voy...

Cuando se acaba todo, me cogen, me suben, me bajan... no noto mi cuerpo, pero esta calentito, o quizás mis manos mu frías... estoy mojada? Las sensaciones son realmente confusas y contradictorias pero ya no me importa... me voy otra vez, cuando vuelvo la noche y el día cada uno a un lado: Antonio, no dice nada, se cerciora de si estoy bien y se va... y otra enfermera simpática, me habla sin parar, conoce a mamá y habla sin parar de lo mucho que la quiere, yo también le hablo,le cuento muchas cosas pero no me acuerdo muy bien qué ¿qué voy a hacer si todo el mundo es tan simpático? Tengo calorcito por primera vez en semanas y ya ha pasado todo, sigo teniendo hambre... mmmmm y huele a comida... ahora me darán de comer. Otro hombrecito vestido de verde, que dice saber mucho de Lord Byron dice que Ada (Byron), no era matemática, ni informática, ni nada, si acaso una desquiciada como su padre, todo esto a cuento de mi nombre, claro... pa' ti la bola, yo sigo sonriendo, si tuviera piernas me iría... no por nada, que todos son muy simpáticos... y hay una enfermera rubia que es también eso, muy simpática, pero no logro ubicarla en el espacio tiempo...


Papá y mamá y Yeyes y Manolo me esperan a la salida del quirófano. A partir de aquí mis recuerdos son confusillos y desordenados, recuerdos apacibles, que voy que vengo – mentalmente, claro –, que me duermo, que digo tonterías, mi mami y yo. Y Encinita... la tarde es apacible, alguna llamada, alguna visita...


A media tarde creo que me noto las piernas pero aun no he expulsado la anestesia, lo de la cuña no es grato y les prometo a las enfermeras que si me dan de comer y de beber y me dejan ir al baño por mi propio pie... pero no me creen mucho... como asimilé bien un zumo de melocotón y uva, pues me traen un plato de ensalada de pasta y muslo, contramuslo y pechuga de pollo en salsa con alcachofas, y fruta y pan... – querías caldo...? – avanzamos rápido! ñaa am! Y voy al baño... Yeyes y Machús vienen, y Luis... me trae bombones...


A la noche se me pasa un poco el efecto de los calmantes, pero pronto me dan más. Felipe viene a dormir con Enci, y pasamos la noche tranquila... Dormí bien a ratos sí, a ratos no, pero lo normal, no? Me apuro por mamá en ese sillón tan incómodo, que no se separa de mi ni un momento.


La noche es una noche de esas de lluvia nublosa que hace que el cielo se vea rojo y morado, pero estoy en el lado del hospital que no da al cementerio, en una de esas habitaciones nací yo...


Por la mañana vienen, lo típico, ya no quiero calmantes, que lo que más me esta fastidiando hasta ahora es el gotero...


Me dan el alta y a casa... papá, mamá y Luis... paellita de la Jaunita... mmmm!!


Ha sido más el pre, que el proceso en sí mismo, el colocón fue muy bueno, repetiría esa parte! Todo el mundo se ha portado genial conmigo, y han estado muy pendientes de mi y no hay que olvidarse de que el personal del hospital es definitivamente extraordinario, hacen que la experiencia sea muy llevadera... y María canturreando y dando ánimos por ahí, que se me olvidaba!!


jueves, 29 de mayo de 2008

Bueno... pues me voy

Quizás esta sea una buena actitud...