Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...
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jueves, 28 de enero de 2010

Behind


Ahora vivo en una ciudad de la que siempre me sentí un poco y en la que siempre estuve de paso. Jamás tuve intención de quedarme, pero la madriguera a veces te escupe en los lugares más insospechados.
Since I moved in here I started to build that kind of feeling that makes you belong. No es algo que sientas o no sientas, a traves de la mirada te mezclas con el espacio y con la gente en una simbiosis rítmica absolutamente necesaria, y por la que puedes trabajar. But never mind how long I've been arround, now that I'm staying I feel a stranger myself in a strange city ¿Estaré perdiendo esas habilidades?

Ayer fue un gran día, aparte el hecho de que aún no se solucionó el problema de mis goteras y de mi caldera/bomba del agua, debe ser que la magia decidió pararse y revolotear por aquí.
  • Tengo misteriosamente presión de agua normal, conste sin que nadie lo haya reparado aún -mantengámoslo en secreto, así que ¡¡me puedo duchar cuando quiera con agüita caliente siii!!
  • Después de presionar a las chicos durante dos semanas, haciéndoles estudiar y estudiar con una disciplina casi militar que más que favorecerles, creí les iba a traumar, sin confiar nada en sus posibilidades... tachan!!! no es que hayan mejorado algo, no, es que todos, absolutamente todos, TODOS esos alumnos de una clase en la que siempre suspendían un tipo de examen concreto preparatorio para la Universidad de Cambridge, repito: TODOS ¡lo han aprobado!
  • Resulta que tengo una frutería "en el barrio". Vivo en el centro y mi tienda de la esquina viene a ser un conocido centro comercial, hecho que no me agrada particularmente. Recuerdo vivir en el barrio de emigrantes y estudiantes de aquella ciudad del Reino Unido, con mi frutería Pakistaní en la esquina, la floristería y las chariti shops en los soportales, por allí me gustaba perderme y mezclarme con la gente... el mercado internacional, que no era nada parecido a mi tienda de la esquina, era un sitio en el que sí podías encontrar esa sensación de "cercanía" (?) con no sé qué. Tengo que reconocer feeling que da lugar a al fenómeno de mezclarse con el todo que nos rodea depende mucho de nosotros, pero démonos la licencia de admitir que unos entornos ayudan más que otros... Pues resulta que tengo una frutería en "el barrio", un poquillo más abajo, donde el centro de la ciudad se pierde al otro lado de la Avenida, un poquito más abajo del Minero, al lado de la ferretería, ahí puedes encontrar la frutería. Detrás del mostrador te está el frutero. Es un hombre atractivo y jovial. Desde siempre anduvo sólo y cuando acabó el servicio militar marchó a Barcelona a vivir. Ahora regresó a esta antigua ciudad de mineros y lleva su pequeño negocio intentando ser un comerciante honrado. Ayer sonreía y mientras anudaba cuidadosamente cada verdurita en su bolsa y las pesaba, me contó los horarios de la frutería escondiendo una felicidad inmensa detrás de su cálida expresión mientras se disculpaba por cerrar por las tardes estos días. Y es que su mujer ha dado a luz y han tenido un niño. Quiere aprovechar con ellos.
  • El Nene se presentó por sorpresa, fingí con desdén que no me ilusionaba, por cuestiones que no vienen al caso... pero reconoceré, aquí entre nosotros, que me hizo sentir como nena chica. Guárdenme el secreto.
  • Los grandes, los grandes parecían grandes ilustrados ayer. Sé que es la fantasía de un momento puntual, pero qué bien sienta cuando le ves un fruto a tu esfuerzo.

Vale, de acuerdo, esta lista es una ñoñería, pero paso por uno de esos momentos en el que la madriguera sólo me escupe a lugares oscuros y grises donde tienes que seguir las reglas en todo momento y no hay mucho lugar para la fantasía. Parece el mundo al revés. Cada vez que veo un agujero, por allí que me meto y... vuelta a empezar: otro sitio gris. Ayer se equivocó, dejemos constancia de ello.

martes, 26 de mayo de 2009

Humanas o no...

A él lo golpearon las palabras que emergían de su boca, con un sonido parecido al del lenguaje humano, formalmente idéntico, pero fuera de toda estructura de pensamiento lógico. Los cimientos del orden que armaban la posibilidad de una coherencia comunicativa se tambalearon y, en el temblor, se desintegraba la posibilidad de la más mínima inferencia o implicatura, salvo la de la deconstrucción de una realidad puramente convencional a través de una dimensión discursiva paralela. Era pasmosa la naturalidad con la que ella articulaba sus palabras y el pobre hombre sólo dejó escapar un pensamiento en voz alta:
- Yo que he visto las Chicas de Oro, Mujeres Desesperadas y Sexo en Nueva York que las mujeres podéis hacer lo que os dé la gana.










Siguió contemplando aquel espectáculo verbal...

lunes, 23 de junio de 2008

A ver cómo te explico, Mr. Grillo..

A ver cómo te explico, Mr. Grillo... Cuadernos. Robaré palabras de otros, para variar... sacaré de uno de mis cuadernos favoritos un antiguo recorte de un semanario, lo sacaré de un cuaderno que me entregó mi padre el 14 de Noviembre de 1997, como el que me entrgaba una joya especial donde habría de dejar volar mi imaginación, entrenar mi ojo y mi mano, dar vida a mi lapiz y a mi pluma, al pincel. Lo recibí con un gesto intuitivamente casi ritualístico, como si recogiera la llave que abre la puerta del mundo que sólo yo puedo ver y crear. Ese día mi padre me entregó un cuaderno Canson de tapas duras, grises con el lomo en negro, que ahora está manchado de cera de vela... cera que le cayó una noche mágica que nevaba en el cuarto de mi residencia de estudiantes en North Yorkshire... eso fue en Diciembre de 2004... un cuaderno amable que siempre va conmigo, un papel que invita tanto a dibujar como a garabatear palabras, bocetos, pensamientos recuerdo, secretos, un cuaderno que no comparto con nadie... a ver como te explico... De entre sus páginas sacaré un recorte arrancado de una revista semanal en la que el escritor Antonio Muñoz Molina escribió durante un tiempo hace ya...
A ver cómo te explico... te leo
Hay que tener un cuaderno, hay que llevarlo siempre a mano, en el bolsillo, en la bolsa de viaje, como se lleva un salvoconducto, hay que saber elegirlo, pero más todavía hace falta la buena suerte de encontrarlo. Tan importante como el hallazgo de un buen libro es el hallazgo de un cuaderno: la hoja en blanco es el negativo de la página impresa, y en él irán surgiendo las palabras y las imágenes futuras en el lento revelado del tiempo. No se busca un cuaderno porque se sienta la necesidad o el deseo de escribir algo. Se escribe algo porque se tiene un cuaderno, porque su forma y sus hojas en blanco nos despiertan el deseo de escribir, de anotar, de descubrir. Me pregunto si Josep Pla habría escrito esa maravilla de El cuaderno gris si de verdad no hubiera encontrado un cuaderno de tapas grises con todas sus hojas intactas, no hubiera sentido al tocarlo que de algún modo allí estaba ya contenido y oculto un libro. En un gran bloque de mármol que llevaba años abandonado en la plaza de la Signoria de Florencia, el joven Miguel Ángel vio de antemano la posibilidad y la promesa del David. Alberto Durero viajaba a principios del siglo XVI por los caminos de Alemania llevando un cuaderno en el que anotaba igual bocetos de paisajes que relatos o imágenes de sueños. Uno de los documentos más valiosos sobre la vida y la carrera de Scott Fitzgerald es un gran cuaderno que lo acompañaba siempre, un libro de contabilidad en el que iba detallando sus ingresos, las cifras de ventas de sus novelas, el dinero mercenario y fácil que le pagaban las revistas de moda por sus relatos, algunas líneas lacónicas sobre sus estados de ánimo. Ese libro, que viajó con él a Europa en los equipajes opulentos de sus años de prosperidad, lo acompañó también en el regreso a América y en el negro declive de la última parte de su vida.

Algo debió de llamar la atención de Scott Fitzgerald en ese cuaderno la primera vez que lo vio, la intuición de que su vida futura iba a estar en esas páginas vacías, como en las hojas de los calendarios de los años próximos. El hallazgo de un cuaderno es como el de una casa en la que nada más entrar ya sentimos que vamos a vivir mucho tiempo: la hondura desierta de las habitaciones en las que tienen esa magnífica sonoridad los pasos y las voces, el olor a la pintura reciente, a la madera recién barnizada. Parecía que el cuaderno también nos estaba esperando con su espacio vacío y su olor a cosa nueva. Viajar es ir con un cuaderno ya conocido y usado y encontrar otros cuadernos en las hondas papelerías de las ciudades extranjeras. En Venecia lo marea a uno la abundancia y la belleza de los cuadernos hechos y cosidos a mano que se venden en las Legatorie, las papelerías que tienen a veces un misterio de talleres medievales. Compré en una de ellas un cuaderno con las tapas flexibles de cuero y las hojas de un color suave de trigo y aún no me he atrevido a escribir en él ni una sola palabra.
Envidio sobre todo los cuadernos que llevan los pintores, el de un amigo mío arquitecto que va dibujando en el curso de sus viajes bocetos de los edificios que ve y de los que se imagina. Un cuaderno en blanco es una tentación de observar y anotar, como si se llevara una misión secreta o una de aquellas corresponsalías de los cronistas holgazanes de los años veinte, siempre dispuestos a usar el bloc y el lápiz tan velozmente como si disparasen una Leica. Un cuaderno lleno tiene algo de experiencia rebosada y cumplida. Pero a mí me gusta más encontrarme escribiendo en sus primeras hojas, aventurar como una tentativa estas primeras líneas. Abrir un cuaderno con todas las páginas en blanco es como habitar una casa intacta, como tener toda una vida por delante.
Me encanta encontrar esos cuadernos, te seducen y no puedes evitar agarrarlos, tocarlos, y sentir la vibración de una llamada profunda, pues te encuetran y ya no es tuyo el cuaderno, pasas a pertenecerle, efectivamente... es el tacto en sus hojas y el abrazo de sus tapas, como una mirada secreta..
Cómo explicarte Mr. Grillo... voy a seguir robando palabras, estas son de Jack Kerouac, del Credo y Técnica de la prosa Moderna, la selección y la traducción, con acento, muy literaria, los robo del blog de Ayelén:
LLevá libretas secretas garabateadas y páginas salvajamente escritas a máquina, para tu propio placer. Mantenéte abierto y atento a todo, escuchando. Amá con locura tu propia vida. Lo que sentís encontrará su propia forma. Esforzáte por describir el oleaje que ya existe en tu mente. No tengas miedo ni vergüenza por la dignidad de tus experiencias, tu lenguaje o tus conocimientos. Escribí para que el mundo lea y vea la imagen precisa que tenés de él. Creación salvaje, sin límite, pura, surgida de las profundidades, en lo posible, alucinada. Sos un genio, siempre.

Y al hilo, también robaré palabras de On the Road:
The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn, like fabulous yellow Roman candles exploding like spiders across the stars, and in the middle, you see the blue center-light pop, and everybody goes ahh...

Mr. Grillo, cómo explicarte lo que siento cuando fluyo en el cuaderno y garabateo momentos, cuando elijo qué fijar y qué dejar pasar, la trascendecia que cobran entonces para mi esas insignificancias, palabaras que pueden ser robadas...
...de mis cuadernos.

domingo, 15 de junio de 2008

Caracol, el gato viajero

Ada siempre tuvo historias traumáticas con sus mascotas. Tuvo gatos de pequeña y también peces, su mamá no es muy amiga de los perros, diríamos que sufre una fuerte fobia si no fuera porque al leerlo manifestaría, de seguro, inconformidad. Así que no lo diremos. Ada recuerda dar de beber leche a unos gatitos recién nacidos, leche de unos biberones que en realidad eran jeringas -sin aguja-, estos gatitos eran blancos, o quizás sólo era uno. El gatito murió pequeño y Ada no recuerda el día en el que murió, ni al gato, ni su nombre, sólo tiene un recuerdo borroso de cuando su papá lo metió en una caja de zapatos y lo enterró en algún lugar... De todos modos ella piensa a veces que el recuerdo de la caja lo tomó de algún serial de la televisión, y de mayor duda de si el pequeño felino fue enterrado o de incluso si llegó a existir alguna vez. Quizás algún familiar ha confirmado en parte esos recuerdos, pero sin detalles y Ada quizás sólo ha hablado dos veces de ello en su vida.

Recuerda unos peces de colores en una hermosa pecera de cristal, como antigua. Una pecera preciosa que aún conserva y que evocaba mundos de fantasías acuáticas. Metieron dentro de la pecera muchas piedras de colores y otras de cristal azul que parecían gotas de océano, y también le recordaban a las cuentas de un collar mágico que una vez tuvo en un sueño. Para que los peces de colores se sintieran como en casa les pusieron caracolas de mar, para que pudieran tener sus escondites y jugar. Uno de los peces era un suicida y saltaba fuera... por las mañanas cuando faltaba lo buscaban con desesperación por el salón y lo devolvían al agua, hasta que un día nunca apareció. A Ada le da vergüenza admitir que realmente el tacto de los peces le desagradaba y que le costaba mucho tocarlos con las manos, viscosos y frágiles, y que siempre lo pasaba mal cuando iban a limpiar la pecera, por temor a dañarlos. Sufría. Los peces acabaron muriendo y al final que ya no estuvieran fue una alivio, pero siempre sentiría culpa, además de una especie de temor a que el fantasma del pez desaparecido saliera de dentro de una de las caracolas en las que había quedado atrapado, según ella, y siempre que pasaba cerca de esta se sentía acosada por su presencia, como una mala vibración kármica. Nadie creyó nunca que el pez desaparecido no hubiera realmente desaparecido, pero algún tiempo después algún hecho que ella no recuerda con claridad confirmó su teoría. Eso cree pero no es capaz de afirmar si esa confirmación fue compartida por alguien más que el pez y ella misma.

Algunos de sus amigos tuvieron conejos y otros animalitos, como pollitos teñidos de colores. Ahora los considera un atracción monstruosa: pollitos rosas, naranjas, azules... En su día no supo mantener una relación sana con los animalitos de sus amigos y un escalofrió, como de nerviosismo extraño, recorría su cuerpo cada vez que sostenía en sus manos el cuerpo caliente de, digamos, un pequeño conejo, y sentía el ligero latir de su diminuto corazón, le entraba pánico de pensar en un movimiento rápido de la criatura, un movimiento que ella no hubiera calculado. Nada más pensarlo, antes de rozar el peludo cuerpo, ya sentía ganas de soltarlo y correr. Temía hacerle daño, y sentía también algo de vergüenza.

Ada tuvo otro gato, era un gato negro y simpático. Tenía la cola partida en dos, truncada, como si fueran dos pequeñas ramas, parecían cuernos, y le puso de nombre Caracol. A Caracol le cantaba aquella canción que decía: Caracol-col-col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, ya los sacó... Siempre le ha molestado pensar que no se acuerda bien de la canción, por lo de la falta de concordancia sintáctica, pero imagina que serían cosas de chicos para consolarse. Se sentaba con su gato negro en las escaleras da la puerta de su casa y le cantaba, jugaba con un globo. Caracol era un gato medio salvaje porque vivía entre la casa y el patio y la leñera de la casa. Cazaba, y jugaba con Ada. Cuando volvieron de vacaciones un verano ya no estaba. Le contaron alguna historia amable y, pasado un tiempo, más gatos fueron a vivir entre el patio y la leñera. Le contaron que eran los hijos y los nietos de Caracol. Ada siempre esperó que Caracol volviera, y durante mucho tiempo lo buscaba cuando veía un gato negro en cualquier sitio, le habría sido muy fácil reconocerlo, por la cola, y le habría cantado Caracol-col-col, saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, ya los sacó... Echaba de menos a Caracol, pero le enorgullecía haber tenido un gato viajero. De mayor Ada quiere tener un gato negro y viajar.

sábado, 31 de mayo de 2008

Crónica de una operación anunciada


29 de Mayo de 2008


Al despertar, me tapé con la manta hasta la cabeza, como si fuera una niña pequeña... pero claro, resultaba algo ridículo, tú sabes, y me dió un poco de vergüenza ajena de mi misma, cosa dicen no es muy normal sentir... ¡¡aunque a mi me pasa a menudo!!

La ducha, a pesar de la maravillosa alcachofa que papá le ha puesto, fue como caminar condenada hacia el peor de mis destinos... ¡oh! ¡Qué alguien me haga desaparecer! Me propuse este cambio de actitud al marchar, aunque costaba, los peces son muy monos, very motivating, según se mire...

Llegamos al hospital, día lluvioso, colmo de esa melancolía insoportable: querer estar en otro lugar... y con esa mala leche rabiosa incontrolable (perdón mamá? que siempre tienes que sufrirme...). Incontrolable también el temblor de piernas que delataba mi miedo. Encontramos de casualidad con Yeyes y Manolo, no sé quien tenía más cara de haber visto a un fantasma, él o yo... mal de muchos, consuelo de tontos, tonta yo que me consoló un poco, de la gracia que me hizo.

Empieza el cachondeo, mamá tiene prisa por llegar, y papá y yo nos queremos escapar. Confusión al llegar a planta ¿tengo un médico de cabecera? De verdad, alguien espera que responda a cuestiones practicas en ese momento, reacciono, y me acuerdo, creo que sí, que tengo un médico de cabecera, pero vayámonos, movámonos de aquí, a otro lugaaar...

Al entrar en la habitación me encuentro a la hermana de Eva en la cama, la pobre llevaba ahí ya muchos días y qué compostura, na' que ver.

Desnúdate, ponte esto, túmbate... pero ¿por queeeeé? Me hacen cosas que prefiero no mencionar... y a traición; viene un enfermero en prácticas y me da una pastillita que no me quitará el miedo pero sí los temblores y me llevará a ese estado tan agradable... se dice que nunca estuve tan encantadora tanto rato seguido...

Llegan Yeyes y Manolo, y papá y mamá... hay una comitiva Bañusca fuera, pero papá los desmarca, parece que estamos allí todo el pueblo, por supuesto no vienen por mi, a mi vecina también la están pasando por quirófano, afortunadamente mucho menos grave de lo que esperaban...

La pastilla me sube, el pavo también y esto empieza a tomar color, vayámonos de cañas!! Nervios + colocón = risa floja, flojera mental... ya nos podemos ir ¿no?

Vienen a por mi y me sacan en la cama... es de verdad como en las películas y ves a la gente desde abajo con esa sonrisa forzadilla de “verás que no es nada”, yo saludo sonriente como si fuera un personaje real – de la realeza – ¿otra ronda de pastillas?

Tengo mucho frío... y me bajan a quirófano. Allí todo el mundo está muy como a lo suyo, y te sientes como en una cadena de producción siendo tú el producto, claro, pero con cariño. Una enfermera estupenda me da el mejor pinchazo de mi vida, pues no me duele, a pesar de que mis venitas asustadas se esconden en cuanto la ven venir, como siempre... y un morillo mu' cachondo que resulta ser el anestesista me saca de la pesadilla de la anestesia general... “para esa tontería de nada... solo te vamos a dejar sin cintura para abajo un rato!”, es que me dijeron... “ y que sabrán los médicos de anestesia!”, pues deberían, noooooo?!. Me colocan ahí a la entradita y los veo ahí, organizando, “a los que lleguen ponédmelos al final para que no se nos vayan acumulando”, “ al os de gine? Se les pincha en la derecha”, alguien llama a una mosca “diptero volador” y se afanan de lo glaumorous que suena eso, pero una mosca en un quirófano... me guardo el comentario – me da la risa, que estoy colocada, y en realidad creo que le sonrío a todo el mundo desde que salí de la habitación.

Ahora vienen con una silla de ruedas – una silla de ruedas???!!! si todavía no me han dormido, creo... – mejor sí, porque me tiemblan las piernas ay!ay!ay! Que me suben a un potro pero como del espacio, un enorme platillo gigante luminoso encima de mi cabeza y una señora vestida de verde me deja semidesnuda mientras toda yo estoy hecha un auténtico flan... sube los brazos, dobla la espalda, baja la cabeza, no te muevas... y aaaay!! que me han clavado una cosa en la espalda, dentro de poco empezará la transformación... vale, vale, no me muevo. Me hago la valiente y aprieto los pies contra unos pedalitos que tengo abajo, mientras sigo tiritando... que compresiva la enfermera, “es que estás en ayunas...” sí ya, si ya... que lo que tengo es miedo... Pero.. que se me duermen los pies! Ay! A qué me agarro yo ahora?? Aparece mi médico que se sorprende de verme medio dormida, es decir de cintura para abajo, pero bien... Empiezan a hacer conmigo lo que quieren, no me gusta nada, ay!ay!ay! Yo quiero otra pastillita de las de antes podfa'; y el anestesista simpático me enchufa algo por el gotero... jijijij! Ahora sí, me voy...

Cuando se acaba todo, me cogen, me suben, me bajan... no noto mi cuerpo, pero esta calentito, o quizás mis manos mu frías... estoy mojada? Las sensaciones son realmente confusas y contradictorias pero ya no me importa... me voy otra vez, cuando vuelvo la noche y el día cada uno a un lado: Antonio, no dice nada, se cerciora de si estoy bien y se va... y otra enfermera simpática, me habla sin parar, conoce a mamá y habla sin parar de lo mucho que la quiere, yo también le hablo,le cuento muchas cosas pero no me acuerdo muy bien qué ¿qué voy a hacer si todo el mundo es tan simpático? Tengo calorcito por primera vez en semanas y ya ha pasado todo, sigo teniendo hambre... mmmmm y huele a comida... ahora me darán de comer. Otro hombrecito vestido de verde, que dice saber mucho de Lord Byron dice que Ada (Byron), no era matemática, ni informática, ni nada, si acaso una desquiciada como su padre, todo esto a cuento de mi nombre, claro... pa' ti la bola, yo sigo sonriendo, si tuviera piernas me iría... no por nada, que todos son muy simpáticos... y hay una enfermera rubia que es también eso, muy simpática, pero no logro ubicarla en el espacio tiempo...


Papá y mamá y Yeyes y Manolo me esperan a la salida del quirófano. A partir de aquí mis recuerdos son confusillos y desordenados, recuerdos apacibles, que voy que vengo – mentalmente, claro –, que me duermo, que digo tonterías, mi mami y yo. Y Encinita... la tarde es apacible, alguna llamada, alguna visita...


A media tarde creo que me noto las piernas pero aun no he expulsado la anestesia, lo de la cuña no es grato y les prometo a las enfermeras que si me dan de comer y de beber y me dejan ir al baño por mi propio pie... pero no me creen mucho... como asimilé bien un zumo de melocotón y uva, pues me traen un plato de ensalada de pasta y muslo, contramuslo y pechuga de pollo en salsa con alcachofas, y fruta y pan... – querías caldo...? – avanzamos rápido! ñaa am! Y voy al baño... Yeyes y Machús vienen, y Luis... me trae bombones...


A la noche se me pasa un poco el efecto de los calmantes, pero pronto me dan más. Felipe viene a dormir con Enci, y pasamos la noche tranquila... Dormí bien a ratos sí, a ratos no, pero lo normal, no? Me apuro por mamá en ese sillón tan incómodo, que no se separa de mi ni un momento.


La noche es una noche de esas de lluvia nublosa que hace que el cielo se vea rojo y morado, pero estoy en el lado del hospital que no da al cementerio, en una de esas habitaciones nací yo...


Por la mañana vienen, lo típico, ya no quiero calmantes, que lo que más me esta fastidiando hasta ahora es el gotero...


Me dan el alta y a casa... papá, mamá y Luis... paellita de la Jaunita... mmmm!!


Ha sido más el pre, que el proceso en sí mismo, el colocón fue muy bueno, repetiría esa parte! Todo el mundo se ha portado genial conmigo, y han estado muy pendientes de mi y no hay que olvidarse de que el personal del hospital es definitivamente extraordinario, hacen que la experiencia sea muy llevadera... y María canturreando y dando ánimos por ahí, que se me olvidaba!!


jueves, 29 de mayo de 2008

Bueno... pues me voy

Quizás esta sea una buena actitud...