Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...
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miércoles, 3 de noviembre de 2010

viernes, 22 de agosto de 2008

Cuando el niño era niño


Cuando el niño era niño andaba con los brazos colgando, quería que el arroyo fuera un río, que el río fuera un torrente y que este charco fuera el mar. Cuando el niño era niño no sabía que era niño para él todo estaba animado, y todas las almas eran una. Cuando el niño era niño no tenía opinión sobre nada, no tenía ninguna costumbre, se sentaba en cuclillas, tenía un remolino en el cabello y no ponía caras cuando lo fotografiaban. Cuando el niño era niño era el tiempo de preguntas como: ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué no allí? ¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio? ¿Acaso la vida bajo el sol no es sólo un sueño? Lo que veo oigo y huelo, ¿no es sólo la apariencia de un mundo ante el mundo? ¿Existe de verdad el mal y gente que en verdad son los malos? ¿Cómo puede ser que yo, el que yo soy, no fuera antes de devenir; y que un día yo, el que yo soy, no seré más ese que soy?Cuando el niño era niño no podía pasar las espinacas, los porotos, el arroz con leche y el coliflor saltado. Ahora se lo come todo y no porque lo obliguen. Cuando el niño era niño despertó una vez en una cama extraña y ahora, una y otra vez. Muchas personas le parecían bellas, y ahora sólo con suerte. Imaginaba claramente un paraíso y ahora apenas puede intuirlo. Nada podía pensar de la nada, y ahora esta idea lo estremece. Cuando el niño era niño jugaba con entusiasmo, y ahora se mete en sus cosas como antes sólo cuando esas cosas son su trabajo. Cuando el niño era niño las manzanas y el pan le bastaban de alimento, y todavía es así. Cuando el niño era niño, las bayas le caían en la mano sólo como caen las bayas, y ahora todavía. Las nueces frescas le ponían áspera la lengua, y ahora todavía. Encima de cada montaña tenía el anhelo de una montaña más alta y en cada ciudad el anhelo de una ciudad más grande, y siempre es así todavía. En la copa del árbol tiraba de las cerezas con igual deleite como hoy todavía. Se asustaba de los extraños y todavía se asusta; esperaba las primeras nieves, y todavía las espera. Cuando el niño era niño, lanzó un palo como una lanza contra un árbol,y hoy vibra ahí todavía.

Es un poema que me encanta, de la película El cielo sobre Berlín, dirigida por Wim Wenders en 1987. El título original es Der Himmel über Berlin.

martes, 5 de agosto de 2008

De la norma y las actitudes frente a ella.

- Nada. No es culpa tuya. Es así.

¡Si por lo menos hubiera hecho algo mal!¡Si por lo menos aquella atrocidad fuera un castigo! Pero no. Es así porque es así. Que seas o no odiosa no cambia nada. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”: ésa es la norma.

Con casi tres años, uno sabe que un día morirá. No tiene ninguna importancia: ocurrirá dentro de tanto tiempo que será como si no ocurriera. Sólo que, a esa edad, enterarse de que dentro de uno, dos, o tres años, uno será expulsado del paraíso, sin siquiera haber desobedecido las consignas supremas, es la enseñanza más dura y más injusta, el origen de infinitos tormentos y angustias.

“Lo que te ha sido dado te será arrebatado”; ¡y si supieras la cantidad de cosas que un día tendrán el descaro de arrebatarte!

Me puse a gritar de desesperación. En aquel momento, mi padre y Nishio-san reaparecieron. Esta última corrió a cogerme en brazos.

- No te preocupes, me quedo, no me marcho, me quedo contigo, ¡se acabó!

Si me lo hubiera dicho un cuarto de hora antes, habría estallado de alegría. En adelante, sabía que se trataba de una prórroga: el drama quedaba pospuesto para más adelante. Triste consuelo.
Ante el descubrimiento de ese futuro expolio, sólo existen dos actitudes posibles: o bien uno decide no encariñarse con las personas y las cosas, con el fin de que la amputación no sea tan dolorosa; o por el contrario, uno decide amar todavía más a las personas y a las cosas, poner toda la carne en el asador, “ya que no estaremos mucho tiempo juntos, te voy a dar en una año todo el amor que te habría podido dar en una vida”.

Esa fue mi elección inmediata: me abracé a Nishio-san y aprete su cuerpo tanto como permitían mis inexistentes fuerzas. Eso no impidió que todavía llorase por largo tiempo.

De La metafísica de los tubos por Amélie Nothomb.


En posts anteriores os amenacé con un poquito más de Nothomb, hoy viene a cuento.