Me enfadé, como se enfada uno siempre que un fallo le hace ser consciente de la insuficiencia e imperfección de las fuerzas mentales, pero no perdí la esperanza de recuperar aquel recuerdo. Tenía claro que tan sólo necesitaba un minúsculo gancho al que poder aferrarme, pues mi memoria es de una índole particular, buena y mala al mismo tiempo. Por un lado obstinada y tenaz, pero por otro también increíblemente fiel. Se traga lo más importante, tanto en lo que respecta a los acontecimientos como a los rostros, tanto lo leído como lo vivido, dejándolo con frecuencia en lo más hondo, en la oscuridad, y no devuelve nada de ese mundo subterráneo sin que uno ejerza presión, sólo porque así lo requiere la voluntad. Sin embargo, me basta el más fugaz asidero, una postal, los trazos de una caligrafía sobre una carta, una hoja de periódico amarilla por el tiempo, y enseguida lo olvidado, como pez en el anzuelo, resurge de un brinco de la fluid ay oscura superficie, vivo y coleando. Entonces reconozco cada detalle de una persona: su boca, y en su boca, el hueco de un diente, a la izquierda, cuando se ríe. Y el tono ronco de sus risa, y como al reírse se le contrae el bigote.
viernes, 17 de mayo de 2013
Tramposa memoria o rompiendo (más) maldiciones caprichosas..
lunes, 18 de marzo de 2013
Llueve a piedras sobre la ventana...
martes, 26 de abril de 2011
Vacío sobre un cielo estrellado.
Siguiendo con Cheng esta pesquisa sobre el vacío medio, Lacan observa que la poesía china está invadida por la metáfora, y señala que le sorprende que ésta y la metonimia no se opongan verdaderamente en el pensamiento chino.
"En resumen -señala Lacan-, cuanta más metáfora hay, más rica es la metonimia.En otras palabras metáfora y metonimia salen la una de la otra, se engendran mutuamente [...]. El hombre es la metáfora por excelencia [aquí remite a su definición clásica a propósito de Booz endormi, "su gavilla no era ni ávara ni odiosa"], su relación con el mundo, otra metáfora significante, no podía ser, supongo, mas que una universal metonimia."
Y concuye:
"¿Acaso Shitao habló de Universal Circulación? Quizás ésto explique que los chinos hayan privilegiado la noción sujeto/sujeto, en detrimento de la de sujeto/objeto, puesto que todo, metaforizado es sujeto; lo que importa a su entender es lo que pasa entre los sujetos, más que el sujeto en si mismo, como entidad separada o aislada. Allí sin duda sigue interviniendo el vacío medio." (p.196)
(Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller), sobre "El sujeto japonés" (p.194).
Ed.Paidos, Buenos Aires 2003.
Ya desde el punto de vista gramatical la lengua japonesa ofrece a cada sujeto la posibilidad de distinguir entre varios yo. El yo se determina en función de los interlocutores, ya sea se dirija a un superior o a un compañero de trabajo. Esto es un indicio de la inclinación de los japoneses a concebirse menos como sujetos definidos que como parte del grupo en función de cierta adaptabilidad al mismo que proviene del deseo de los sujetos de esta cultura de no entrar nunca en conflicto con quienes lo rodean . Lacan nos dirá en "Lituraterre" que el sujeto oriental se apoya sobre un cielo estrellado y no sólo sobre el rasgo unario, para su identificación fundamental, explica que pueda apoyarse en el Tú, es decir bajo todas las formas gramaticales cuyo mínimo enunciado se modifica por las relaciones de cortesía, que éste implica en su significado.
Curtis Fuller – Five Spot After Dark
miércoles, 30 de septiembre de 2009
September 30th 2009. 2:42 AM. Exagrama 2: K'un / Lo Receptivo
Arriba K'un, lo receptivo, la tierraAbajo K'un, lo receptivo, la tierra
Todas las líneas que componen el signo son trazos partidos. La línea partida corresponde al principio primario umbrío, blando, receptivo del Yin. La cualidad intrínseca del signo es la entrega ferviente, su imagen es la tierra. Es la perfecta pieza complementaria de lo Creativo, su contraparte, no lo opuesto; una complementación y no una hostilización. Es la naturaleza frente al espíritu, la tierra frente al cielo, lo espacial frente a lo temporal, lo femenino maternal frente a lo masculino paternal. Empero, el fundamento de esta contraparte, aplicado a circunstancias humanas, se encuentra no sólo en las relaciones entre el hombre y la mujer, sino también entre el príncipe y el ministro o el padre y el hijo: más aún, hasta en los individuos se halla esta dualidad en la coexistencia de lo espiritual con lo sensual.
No obstante, no puede hablarse de un verdadero dualismo, pues entre ambos signos subsiste la relación de una clara jerarquía. Desde luego, lo Receptivo en sí mismo es tan importante como lo Creativo. Pero merced a la cualidad de la entrega ferviente queda señalada la posición de esta fuerza primaria frente a lo creativo: debe quedar bajo la guía de lo creativo, recibiendo su estímulo, y así su efecto será venturoso. Únicamente cuando esta fuerza sale de su posición y pretende colocarse junto a lo creativo en igualdad de condiciones, se torna maligna. Surge en este caso el antagonismo y la lucha contra lo Creativo, de consecuencias desventuradas para ambas partes.
EL DICTAMEN
Lo receptivo obra elevado éxito,
propiciante por la perseverancia de una yegua.
Cuando el noble ha de emprender algo y quiere avanzar,
se extravía; mas si va en seguimiento encuentra conducción.
Es propicio encontrar amigos al Oeste y al Sur,
Evitar los amigos al Este y al Norte.
Una tranquila perseverancia trae ventura.
Las cuatro direcciones fundamentales de lo Creativo: «Elevado éxito propiciante por la perseverancia », se encuentran también corno calificación de lo Receptivo. Sólo que la perseverancia se define aquí con mayor precisión como perseverancia de una yegua. Lo Receptivo designa la realidad espacial frente a la posibilidad espiritual de lo creativo. Cuando lo posible se vuelve real y lo espiritual se torna espacial, se trata de un acontecimiento que se produce siempre merced a un designio individual restrictivo. Esto queda indicado por el hecho de que aquí a la expresión «perseverancia» se le añade la definición más concreta «de una yegua». El caballo le corresponde a la tierra así coma el dragón al cielo: en virtud de su infatigable movimiento a través de la planicie simboliza la vasta espacialidad de la tierra. Se elige la expresión «yegua» porque en la yegua se combinan la fuerza y velocidad del caballo con la suavidad y docilidad de la vaca.
Únicamente porque está a la altura de lo que es esencial en lo Creativo puede la naturaleza realizar aquello a lo cual lo Creativo la incita. Su riqueza consiste en el hecho de alimentar a todos los seres y su grandeza en el hecho de otorgar belleza y magnificencia a todas las cosas. Da así origen a la prosperidad de todo lo viviente. Mientras que lo Creativo engendra las cosas, éstas son paridas por lo Receptivo. (1)
Traducido a circunstancias humanas, se trata de conducirse de acuerdo con la situación dada. Uno no se encuentra en posición independiente, sino que cumple las funciones auxiliares. Entonces es cuestión de rendir algo. No de tratar de conducir pues así uno sólo se extraviaría sino de dejarse conducir: en eso consiste la tarea. Si uno sabe adoptar frente al destino una actitud de entrega, encontrará con seguridad la conducción que le corresponde. El noble se deja guiar. No avanza ciegamente, sino que deduce de las circunstancias qué es lo que se espera de él, y obedece este señalamiento del destino.
Puesto que uno debe rendir algo, le hacen falta ayudantes y amigos a la hora de la labor y del esfuerzo, una vez firmemente definidas las ideas que deben convertirse en realidad. Esa época del trabajo y del esfuerzo se expresa con la mención del Oeste y del Sur. Pues el Sur y el Oeste constituyen el símbolo del sitio donde lo Receptivo trabaja para lo Creativo, como lo hace la naturaleza en el verano y en el otoño; si en ese momento no, junta uno todas sus fuerzas, no llevará a término la labor que debe realizar. Por eso, obtener amistades significa, en este caso precisamente, encontrar el rendimiento. Pero aparte del trabajo y del esfuerzo, también existe una época de planificación y ordenamiento; ésta requiere soledad. El Este simboliza el sitio donde uno recibe los mandatos de su señor y el Norte el sitio donde se rinde cuentas sobre lo realizado. Ahí es cuestión de permanecer solo y de ser objetivo. En esa hora sagrada es necesario privarse de los compañeros a fin de que los odios v favores de las partes no enturbien la pureza.
«Hay aquí una concepción parecida a la que expresa Goethe en los versos:
Contemplad pues con humilde mirada
la pieza maestra de la eterna tejedora:
como anima mil hebras una sola pisada,
las lanzaderas disparan a un lado y a otro
y las hebras fluyen encontrándose
y un solo golpe sella mil uniones;
esto no lo reunió ella mendigando,
lo ha ido maquinando desde la eternidad
a fin de que el externo gran maestro
pueda tranquilo urdir la trama. »
LA IMAGEN
El estado de la Tierra es la receptiva entrega.
Así el noble, de naturaleza amplia, sostiene al mundo externo.
Así como existe un solo Cielo, también existe una sola Tierra. Pero mientras que en el caso del cielo la duplicación del signo significa duración temporal, en el caso de la tierra equivale a la extensión espacial y a la firmeza con que ésta sostiene y mantiene todo lo que vive y actúa. Sin exclusiones, la tierra, en su ferviente entrega, sostiene el bien y el mal. Así el noble cultiva su carácter haciéndolo amplio, sólido y capaz de dar sostén de modo que pueda portar y soportar a los hombres y las cosas.
LAS DIFERENTES LINEAS
Seis en el tercer puesto significa:
Líneas ocultas; se es capaz de permanecer perseverante.
Si acaso sigues al servicio de un rey,
¡no busques obras, sino llévalas a cabo!
Si uno está libre de vanidad, podrá ocultar sus excelencias de modo que no atraigan antes de tiempo la atención pública. Así podrá madurar en silencio. Cuando las circunstancias lo requieran también podrá destacarse en la vida pública. Él no busca hechos consumados que se le acrediten como méritos; antes bien espera establecer causas activas, vale decir que da cumplimiento a sus obras de tal modo que resulten fructíferas para lo porvenir.
Ed. Sudamericana 7ma. edición
Buenos Aires 1985
Yo voy a gritarle con dulzura a los del gas aunque el frio ayuda a mantener la cabeza fría.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Píldora #6 ó de lo que se dice en las traseras de las reancheras...
Tengo esta pildorita en borradores desde hace unos días pero es que, pero es que... es que la realidad de mis excusas es muy poco Wonderlandiana, así la dejo a la imaginación de los valientes que os dejais caer... no podía resistirme, tenía que tirarla a la madriguera sin más demora:
Great people talk about ideas,
average people talks about things,
small people talk... about other people.
los hombres promedio hablan sobre cosas
y los hombres pequeños
hablan... sobre otors hombres"
miércoles, 27 de agosto de 2008
El Verano
Ya no quedan desiertos. Ya no quedan islas. Y sin embargo, se siente su deseo. Para comprender el mundo, a veces es necesario apartarse de él; para servir mejor a los hombres, mantenerlos a distancia un momento. Pero, ¿dónde encontrar la soledad que necesita la fuerza, la larga respiración en la que el espíritu se recoge y se mide el valor? Quedan las grandes ciudades...
De "El minotauro o el alto de Orán"
en El verano de Albert Camus
Cowboy Junkies - Sweet Jane
Anyone whos ever had a dream
Anyone whos ever played a part
Anyone whos ever been lonely
And anyone whos ever split apart
martes, 5 de agosto de 2008
De la norma y las actitudes frente a ella.
- Nada. No es culpa tuya. Es así.
¡Si por lo menos hubiera hecho algo mal!¡Si por lo menos aquella atrocidad fuera un castigo! Pero no. Es así porque es así. Que seas o no odiosa no cambia nada. “Lo que te ha sido dado te será arrebatado”: ésa es la norma.
Con casi tres años, uno sabe que un día morirá. No tiene ninguna importancia: ocurrirá dentro de tanto tiempo que será como si no ocurriera. Sólo que, a esa edad, enterarse de que dentro de uno, dos, o tres años, uno será expulsado del paraíso, sin siquiera haber desobedecido las consignas supremas, es la enseñanza más dura y más injusta, el origen de infinitos tormentos y angustias.
“Lo que te ha sido dado te será arrebatado”; ¡y si supieras la cantidad de cosas que un día tendrán el descaro de arrebatarte!
Me puse a gritar de desesperación. En aquel momento, mi padre y Nishio-san reaparecieron. Esta última corrió a cogerme en brazos.
- No te preocupes, me quedo, no me marcho, me quedo contigo, ¡se acabó!
Si me lo hubiera dicho un cuarto de hora antes, habría estallado de alegría. En adelante, sabía que se trataba de una prórroga: el drama quedaba pospuesto para más adelante. Triste consuelo.
Ante el descubrimiento de ese futuro expolio, sólo existen dos actitudes posibles: o bien uno decide no encariñarse con las personas y las cosas, con el fin de que la amputación no sea tan dolorosa; o por el contrario, uno decide amar todavía más a las personas y a las cosas, poner toda la carne en el asador, “ya que no estaremos mucho tiempo juntos, te voy a dar en una año todo el amor que te habría podido dar en una vida”.
Esa fue mi elección inmediata: me abracé a Nishio-san y aprete su cuerpo tanto como permitían mis inexistentes fuerzas. Eso no impidió que todavía llorase por largo tiempo.
martes, 22 de julio de 2008
De las orejas y las narices, lo que sí tienen los ojos.
Los ojos de los seres vivos poseen la más sorprendente de las virtudes: la mirada. No existe nada tan singular. De las orejas de las criaturas no decimos que tengan una "escuchada", ni de sus narices que posean una "olida" o una aspirada.
¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse en su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto.
¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los que no la poseen? Esta diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada.
Este es un fragmente del libro que me atrapó durante mi último viaje en tren, me zambullí en él y una prosa, a veces poética, me envolvió hasta el extremo de hacerme disfrutar las largas horas del trayecto y llegar a desear que durara un poco más. Lo justo para poder acabar, pero Sshh... que quede entre nosostros.
Esta es la primera de las reseñas y, como amenacé en un post anterior, no sólo va a haber una zambullida en las hermosas palabras e ideas de Amélie Nothomb cuando nos relata en su Metafísica de los tubos la historia de un ser entrañable y divino en sus primeros años de vida. La narración está dotada de una originalidad increible en un estilo cercano y revelador, inundado de un feroz sentido del humor.
miércoles, 16 de julio de 2008
Irreflexiones viajeras o algo que escribí en un tren...
Me gusta viajar en tren y divagar en mi cabeza, soy muy dada a hablar con la gente, a mirar, mirarlo todo, dentro y fuera... también a llorar... y a desplegarme, flotar, bucear en mil historias.
Estuve buceando en la Metafísica de los tubos, a la que dedicaré más en adelante.
lunes, 23 de junio de 2008
A ver cómo te explico, Mr. Grillo..
A ver cómo te explico... te leo
Hay que tener un cuaderno, hay que llevarlo siempre a mano, en el bolsillo, en la bolsa de viaje, como se lleva un salvoconducto, hay que saber elegirlo, pero más todavía hace falta la buena suerte de encontrarlo. Tan importante como el hallazgo de un buen libro es el hallazgo de un cuaderno: la hoja en blanco es el negativo de la página impresa, y en él irán surgiendo las palabras y las imágenes futuras en el lento revelado del tiempo. No se busca un cuaderno porque se sienta la necesidad o el deseo de escribir algo. Se escribe algo porque se tiene un cuaderno, porque su forma y sus hojas en blanco nos despiertan el deseo de escribir, de anotar, de descubrir. Me pregunto si Josep Pla habría escrito esa maravilla de El cuaderno gris si de verdad no hubiera encontrado un cuaderno de tapas grises con todas sus hojas intactas, no hubiera sentido al tocarlo que de algún modo allí estaba ya contenido y oculto un libro. En un gran bloque de mármol que llevaba años abandonado en la plaza de la Signoria de Florencia, el joven Miguel Ángel vio de antemano la posibilidad y la promesa del David. Alberto Durero viajaba a principios del siglo XVI por los caminos de Alemania llevando un cuaderno en el que anotaba igual bocetos de paisajes que relatos o imágenes de sueños. Uno de los documentos más valiosos sobre la vida y la carrera de Scott Fitzgerald es un gran cuaderno que lo acompañaba siempre, un libro de contabilidad en el que iba detallando sus ingresos, las cifras de ventas de sus novelas, el dinero mercenario y fácil que le pagaban las revistas de moda por sus relatos, algunas líneas lacónicas sobre sus estados de ánimo. Ese libro, que viajó con él a Europa en los equipajes opulentos de sus años de prosperidad, lo acompañó también en el regreso a América y en el negro declive de la última parte de su vida.
Algo debió de llamar la atención de Scott Fitzgerald en ese cuaderno la primera vez que lo vio, la intuición de que su vida futura iba a estar en esas páginas vacías, como en las hojas de los calendarios de los años próximos. El hallazgo de un cuaderno es como el de una casa en la que nada más entrar ya sentimos que vamos a vivir mucho tiempo: la hondura desierta de las habitaciones en las que tienen esa magnífica sonoridad los pasos y las voces, el olor a la pintura reciente, a la madera recién barnizada. Parecía que el cuaderno también nos estaba esperando con su espacio vacío y su olor a cosa nueva. Viajar es ir con un cuaderno ya conocido y usado y encontrar otros cuadernos en las hondas papelerías de las ciudades extranjeras. En Venecia lo marea a uno la abundancia y la belleza de los cuadernos hechos y cosidos a mano que se venden en las Legatorie, las papelerías que tienen a veces un misterio de talleres medievales. Compré en una de ellas un cuaderno con las tapas flexibles de cuero y las hojas de un color suave de trigo y aún no me he atrevido a escribir en él ni una sola palabra.Me encanta encontrar esos cuadernos, te seducen y no puedes evitar agarrarlos, tocarlos, y sentir la vibración de una llamada profunda, pues te encuetran y ya no es tuyo el cuaderno, pasas a pertenecerle, efectivamente... es el tacto en sus hojas y el abrazo de sus tapas, como una mirada secreta..
Envidio sobre todo los cuadernos que llevan los pintores, el de un amigo mío arquitecto que va dibujando en el curso de sus viajes bocetos de los edificios que ve y de los que se imagina. Un cuaderno en blanco es una tentación de observar y anotar, como si se llevara una misión secreta o una de aquellas corresponsalías de los cronistas holgazanes de los años veinte, siempre dispuestos a usar el bloc y el lápiz tan velozmente como si disparasen una Leica. Un cuaderno lleno tiene algo de experiencia rebosada y cumplida. Pero a mí me gusta más encontrarme escribiendo en sus primeras hojas, aventurar como una tentativa estas primeras líneas. Abrir un cuaderno con todas las páginas en blanco es como habitar una casa intacta, como tener toda una vida por delante.
Cómo explicarte Mr. Grillo... voy a seguir robando palabras, estas son de Jack Kerouac, del Credo y Técnica de la prosa Moderna, la selección y la traducción, con acento, muy literaria, los robo del blog de Ayelén:
LLevá libretas secretas garabateadas y páginas salvajamente escritas a máquina, para tu propio placer. Mantenéte abierto y atento a todo, escuchando. Amá con locura tu propia vida. Lo que sentís encontrará su propia forma. Esforzáte por describir el oleaje que ya existe en tu mente. No tengas miedo ni vergüenza por la dignidad de tus experiencias, tu lenguaje o tus conocimientos. Escribí para que el mundo lea y vea la imagen precisa que tenés de él. Creación salvaje, sin límite, pura, surgida de las profundidades, en lo posible, alucinada. Sos un genio, siempre.
Y al hilo, también robaré palabras de On the Road:
The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn, like fabulous yellow Roman candles exploding like spiders across the stars, and in the middle, you see the blue center-light pop, and everybody goes ahh...
Mr. Grillo, cómo explicarte lo que siento cuando fluyo en el cuaderno y garabateo momentos, cuando elijo qué fijar y qué dejar pasar, la trascendecia que cobran entonces para mi esas insignificancias, palabaras que pueden ser robadas...
viernes, 20 de junio de 2008
From Neverland o una reflexión sobre la justicia?
Quick as thought he snatched a knife from Hook's belt and was about to drive it home, when he saw that he was higher up the rock than his foe. It would not have been fighting fair. He gave the pirate a hand to help him up.
It was then that Hook bit him.
Not the pain of this but its unfairness was what dazed Peter.
It made him quite helpless. He could only stare, horrified.
Every child is affected thus the first time he is treated unfairly. All he thinks he has a right to when he comes to you to be yours is fairness. After you have been unfair to him he will love you again, but will never afterwards be quite the same boy. No one ever gets over the first unfairness; no one except Peter. He often met it, but he always forgot it. I suppose that was the real difference between him and all the rest.
So when he met it now it was like the first time; and he could just stare, helpless.
This is an excerpt from the book Peter Pan and Wendy written by J. M. Barrie , an Scottish man telling stories to a little girl... whatever it may be, I just post this because... I don't know, perhaps it could be good for Alice to fall down into Neverland from time to time... We are all a bit of Lost Boys. We are all a bit like Peter or may be we just should be so...
Arthur Rackham
jueves, 19 de junio de 2008
De "La elegancia del erizo"
Pues bien cogí el librito y lo abrí en cualquier página, y empecé a leer por cualquier párrafo, cualquier palabra...
Me tomaré la molestia de copiarlo entero -el cachito que leí-, si bien merece la pena compartirlo; ahí os lo dejo:
En lo que a mí respecta, tengo doce años, vivo en la calle Grenelle, número 7, en un piso de ricos. Mis padres son ricos, mi familia es rica y por consiguiente mi hermana y yo somos virtualmente ricas. Papá es diputado, después de haber sido ministro, y sin duda llegará a ser presidente de la Asamblea Nacional y se pimplará la bodega del palacete de Lassay, sede de dicha Asamblea. Mamá... Pues bien, mamá no es lo que se dice precisamente una lumbrera pero tiene cierta cultura. Es doctora en letras. Escribe sus invitaciones para cenar sin faltas de ortografía y se pasa el tiempo dándonos la tabarra con referencias literarias ( “Colombe no te pongas en plan Guermantes”, “Tesoro, eres una auténtica Sanseverina”).
Pese a ello, pose a toda esta suerte y a toda esta riqueza, hace mucho que se que el destino final es la pecera. ¿Qué como lo sé? Pues porque da la casualidad de que soy muy inteligente. Excepcionalmente inteligente, incluso. No tengo más que compararme con los demás niños de mi edad para ver que nos separa un abismo. Como no me apetece mucho llamar la atención, y en una familia en la que la inteligencia se considera un valor supremo a una niña superdotada no la dejarían nunca en paz, en el colegio trato de hacer menos de lo que podría, pero aún así soy la primera en todo. Hay quien podría pensar que resulta fácil pasar por alguien con una inteligencia normal cuando, como yo, a los doce años se tiene el nivel de una universitaria de una facultad de dificultad superior. Pero ¡no, en absoluto! Hay que esforzarse mucho para parecer más tonto de lo que se es. Aunque, en cierta manera, este empeño no salva de morir de aburrimiento: todo el tiempo que no tengo que pasar aprendiendo y comprendiendo, lo empleo en utilizar el estilo, las respuestas, las formas de proceder, las preocupaciones y los pequeños errores de los buenos alumnos normales y corrientes. Leo todo lo que escribe Carmen Boret, la segunda de la clase, en mates, lengua e historia, y así me entero de lo que tengo que hacer: en lengua, una serie de palabras coherentes y correctamente ortografiadas; en mates, la reproducción mecánica de operaciones desprovistas de sentido; y en historia, una sucesión de hechos ligados entre sí por conectores lógicos. Pero incluso si me comparo con los adultos, soy mucho más lista que la mayoría de ellos. Así son las cosas. No me siento especialmente orgullosa porque tampoco es que el mérito sea mío. Pero está claro que yo no pienso terminar en la pecera. He reflexionado mucho antes de tomar esta decisión. Incluso para una persona tan inteligente como yo, con tanta facilidad para los estudios, tan diferente de los demás y tan superior a la mayoría d ella gente, mi vida ya está toda trazada, lo cual es tristísimo, nadie parece haber caído en la de que si la existencia ya es absurda, lograr en ella un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo. Simplemente es más cómodo. O ni siquiera: creo que la lucidez hace amargo el éxito, mientras que la mediocridad alberga siempre alguna esperanza.
He tomado pues una decisión. Pronto dejaré la infancia y, pese a mi certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. Por ello empleamos todas nuestras energías en convencernos de que hay cosas que valen la pena y que por ello la vida tiene sentido. Por muy inteligente que yo sea no sé por cuanto tiempo podré luchar contra esta tendencia biológica. Cuando entre en el mundo de los adultos ¿seré capaz todavía de hacer frente al sentimiento del absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso el día que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré. Pero cuidado, no pienso hacerlo a bombo y platillo como si fuera un acto de valentía y un desafío. De hecho más me vale que nadie sospeche nada. Los adultos tienen con la muerte una relación rayana en la histeria, el hecho adopta proporciones enormes, se comportan como si fuera algo importantísimo cuando en realidad es el acontecimiento más banal del mundo. Por otra parte lo que a mi me importa no es el hecho del suicidio en sí, sino el cómo. Mi vertiente japonesa se inclina evidentemente por el seppuku. Cuando digo mi vertiente japonesa me refiero a mi amor por el Japón. Estoy en octavo y como es obvio, he escogido el japonés como segunda lengua. El profe de japonés tampoco es que sea muy bueno, se come las palabras cuando no habla su idioma y se pasa el tiempo rascándose la coronilla con aire perplejo, pero el libro de texto no está mal y, desde que empezó el curso, he progresado mucho. Tengo la esperanza de que, de aquí a pocos meses, podré leer mis cómics manga preferidos en su edición original. Mamá no entiende que “una niña tan lista como tú” pueda leer manga. Ni siquiera me he tomado la molestia de explicarle que “manga” en japonés significa “tebeo”. Ella cree que me atiborro de subcultura, y yo no hago nada por sacarla de su error. Dentro de unos meses quizás pueda leer a Taniguchi en Japonés. Pero esto nos lleva de nuevo a nuestra cuestión de antes: eso tendría que conseguirlo antes del 16 de junio porque ese día me suicido. Pero nada de seppuku. Sería un gesto cargado de sentimiento y belleza pero... da la casualidad de que... no tengo ninguna gana de sufrir. Más aún, detestaría sufrir; encuentro que cuando se toma la decisión de morir, justamente porque se considera que es algo que es lógico, hay que hacerlo con tiento. Morir ha de ser un paso delicado, un deslizarse suavemente hacia el descanso. ¡Hay gente que suicidaría tirándose por la ventana de un cuarto piso, bebiéndose un vaso de lejía o incluso ahorcándose!¡Es aberrante! Lo encuentro algo obsceno ¿De que sirve morir si no es para no sufrir? Yo, en cambio, he previsto bien mi salida de este mundo: desde hace un año, todos los meses le cojo a mamá un somnífero de los que guarda en su mesilla de noche. Se toma tantos que, de todas maneras, no se daría cuenta si le cogiera uno cada día, pero he decidido ser muy prudente. No hay que dejar ningún cabo suelto cuando se toma una decisión que es harto improbable que nadie comprenda. Uno no imagina la rapidez con la que la gente obstaculiza los proyectos a los que más apego se tiene, en nombre de tonterías del estilo”el sentido de la vida”o “el amor a los hombres”. Ah, y también: “el carácter sagrado de la infancia”.
Así pues, me encamino tranquilamente a la fecha de 16 de junio y no tengo miedo. [...] En los cómics de Taniguchi, los héroes mueren escalando el Everest. Como no tengo ninguna probabilidad de escalar el K2 o las Grandes Jorasses antes del próximo 16 de junio, mi Everest personal es una exigencia intelectual. Me he puesto como objetivo tener el mayor número posible de ideas profundas y apuntarlas en este cuaderno: si nada tiene sentido, al menos que el espíritu se vea forzado a enfrentarse a tal situación, ¿no? Pero como tengo una vertiente japonesa muy acusada, he añadido una obligación más: esta idea profunda ha de expresarse bajo la forma de un pequeño poema a la japonesa: un haikú (tres versos) o un tanka (cinco versos).
Mi haikú preferido es de Basho.
En estas chozas
comen los pescadores
¡gambas y grillos!
¡Esto, de pecera nada, no; esto es poesía, si, señor!
Pero en el mundo en el que vivo hay menos poesía que en una choza de pescador japonesa ...
La Elegancia del erizo
escrito por Muriel Barbery
y editado por Seix Barral