Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...

martes, 1 de julio de 2008

Mariposas amarilas

Un fin de semana insuperable, no diré si para bien o para mal... Destacaré sólo el interesante incidente de la tarjeta que automuta su pin de seguridad.
Viernes noche, estreno tarjeta, me dirijo al cajero, saco la tarjeta, rompo el ladito del sobre donde está el nuevo pin, lo tecleo, y rompo el papel secreto...
¡Sorpresa! El cajero no tiene dinero.
¡Sorpresa, sorpresa! y no me deja cambiar pin... busco y rebusco entre los trozos de papel que he estado a punto de dejar caer, menos mal que soy una persona cívica y no lo hice. Al final encuentro el pequeño fragmento que mutila el 7, pero el 7 sólo puede ser 7, y ya no busco más símbolos ni señales ni nada, sólo es un 7 roto. Busco otro cajero, inserto la tarjeta, inserto el pin, y saco dinero, todo dentro de los límites de lo normal, no encuentro la opción para poner mi pin de siempre. Se hace tarde, ya lo miraré más detenidamente. Guardo mi dinero, y el comprobante, el pedacito de papel con el 7 mutilado... ¡¡¡che!!! ¡al lado de la tarjeta no! ¡loca! Capaz y me roban esta noche el monedero. Lo guardo en otro bolsillo de mi enorme bolso, imposible asociarlo con la tarjeta, un diminuto trozo de papel pequeño mutilando un 7, entre toda la porquería que puedo llegar a llevar en mi bolso... lejos del monedero, separado por infinitos bolsillos y departamentos, riadas de papeles y resguardos, facturas antiguas y garabatos en servilletas de papel. Igual tampoco nadie me va a robar, aparco mi neura y sigo caminando a pie.
Sábado por la tarde, 17:30 horas, ponle 40ºC, la morriña de después de comer y yo a la peluquería, total, porque en un arrebato de espontaneidad, pasé por delante de la misma y entré sin pensármelo dos veces: hoy me corto el pelo.
"No se puede pagar con tarjeta, la máquina está rota" le comenta la linda peluquera con rizos de princesa Disney a otra clienta mucho más ávida que yo, que sí que pregunta. Me doy por aludida y le cedo la vez a la chica que preguntó. Yo tengo que volver al cajero. Atravieso el asfalto ardiente y el aire abrasador pesa en mi espalda espeso que casi no lo puedo respirar. Ando empapada en un sudor pegajoso que ensucia mi buena onda...
Operación: saco la tarjeta, recupero el trozo de papel con el 7 mutilado, inserto la tarjeta, tecleo el pin, tal y tal y tal:
“CÓDIGO DE SEGURIDAD ERRÓNEO,
LA OPERACIÓN NO PUEDE LLEVARSE A CABO”
(You whaaaat??) a ver, Ada, despierta, repitamos la operación, es un 7, “¿qué habré marcado?” me pregunto mientras vuelvo a insertar la tarjeta... esta vez miro con mucho detenimiento y marco uno por los cuatro números, tal y tal y tal:
“CÓDIGO DE SEGURIDAD ERRÓNEO,
LA OPERACIÓN NO PUEDE LLEVARSE A CABO”
Miro a un lado y a otro buscando la cámara, seguro que es una broma, alguna vez esto podría ser una broma, seguro que es una broma. A la tercera va la vencida ¿no? Busco otra tarjeta asociada a la misma cuenta, esta tiene otro pin y lleva siendo el mismo desde hace muuuchos años. Inserto tarjeta, tecleo código de seguridad:
“CUENTA CANCELADA.
TARJETA RETENIDA.
PÓNGASE EN CONTACTO CON SU BANCO”
Os ahorraré los detalles de todo lo que sigue, por patético, hasta el lunes siguiente en la oficina del banco. Después de una espera eterna la señorita-un-poco-lenta-pero-sonriente me atiende, pero la interceptan unos señores armados y con una instrumentación extraña, para facturar, vienen a por dinero, 3000€ en monedas! Me parece delirante, son dos bolsitas de nada. La señorita, sonriente me deja esperando mientras se va a recontar el dinero, que los recolectores facturan mal. Delirante. Después desaparece. Mientras tanto el hombre de detrás de mi está cada vez más cerca, interesándose en mi caso: “perdone ¿acaso le he invitado yo a meterse en mi vida?” pienso mientras sonrío y no le doy bola. Cada vez más cerca, cada vez más entrometido “ya sé que mis sandalias son preciosas, sí y cómodas, y no, no me importa que usted tenga los pies feos, por supuesto que no le sentarían igual de bien que a mi” pienso mientras sonrío con un poquito de cara de asco, no lo puedo evitar, ha sido un fin de semana insuperable...
La señorita-un-poco-lenta-pero-sonriente aparece con la amenaza de no poder ayudarme y se pone a hacer algunas otras cosas entre papeles que no entiendo. Al rato me comenta que mi cuenta está activa. Señores, esto no es serio, como broma ya está bien. Desaparece y vuelve a aparecer: “vete diez minutos y vuelve que el director te atenderá entonces”. No sé porque le hago caso y me voy, vuelvo a los diez minutos exactos. Toda la gente que antes parecía estar esperando para la caja, ahora quieren hablar con el director... maravilloso. Ha de ser una broma, seguro que es una broma, pero no me parece gracioso, me siento en los sillones y garabateo una idea que me ronda la cabeza en un cuaderno perdido:
El alma se me ha roto
partículas infinitesimales
flotando encima de mi cuerpo
diminutamente titánicas y espesas.
Ahogando quejidos callados
del alma rota y deshecha
que flota espesa y ausente
encima de mi cuerpo
melancoly,
mi alma está rota
...mariposas amarillas.
Al final el simpático director del banco, deja a un cliente en el despacho esperando y me atiende. Sólo se me ocurren dos razones para que eso ocurra, me parece igual de ilógico que todo lo demás: o bien esta preparado y es una broma, o me es la única persona que se ha percatado de mi estado y mis malas vibraciones le molestan, me atiende porque quiere que me aleje del edificio. Mete su tarjeta maestra mientras me advierte que si esa no es mi oficina, no podrá solucionarlo pero, afortunadamente, el sistema responde. Le explico que no supe cambiar el pin, y que no entendía por qué me daba error si marcaba el código que ponía en el papelito. Papelito que le habría enseñado si no lo hubiera perdido al limpiar el bolso después de que la noche anterior hubiera caído fortuitamente encima de una caca de perro. Eso no se lo explico. No entro ni entraré en detalles... no se asusten.
Le explico y bromea sobre lo despistada que soy. No sé si quiero pegarle una patada en la espinilla o echarme a llorar, intento dibujar una sonrisa cordial mietras sale de la máquina diabólica un resguardo con el número de pin asociado a mi tarjeta: el de siempre. El de siempre!!!!!!! Vale, ahora es cuando la conspiración se desvela y salen mis amigos con champán y nos reímos todos. No. Eso no pasa... hay más: “Mira, te voy a enseñar a cambiar el código”, me dice el amable director, en respuesta a mi educado “no supe cambiar el pin”. Inserta la tarjeta, me regala una serie de explicaciones banales sobre el funcionamiento de los cajeros y cómo están programados y de pronto (tacháaan!) la pantalla le muestra que mi tarjeta tiene inhabilitada la posibilidad de cambio de pin. Me lo comunica. Quiero decirle “no entiendo nadaaaa!! donde están las cámaras?” pero sonrío, asiento con la cabeza recojo mi tarjeta y me voy. Camino con el alma rota y deshecha, flotando espesa y ausente fuera de mi cuerpo, conmigo, pero no en mi...
...mariposas amarillas.
Nunca debí mutilar el 7.


2 comentarios:

... dijo...

Ah no señorita..¡Esto no se hace!
Yo me retorcí la neurona pensando que al final estabas equivocada y que el 7 era un 1 , y ahora termina así?
Pero y ahora…¿Qué pasó con la tarjeta? ¿No sirve más? ¿Te llegaste a cortar el pelo? jajaja.
¡Qué odisea! Como para comerse las uñas y mandar a la señorita-un-poco-lenta-pero-sonriente al carajin! Estas cosas parecen comunes, pero cuando estás de protagonista no son nada lindas.
Al menos te sirvió para escribir el post, y para que una loca-curiosa-sonriente lo leyera y se quedara con la intriga de qué hiciste después.
Besitos

Ada.. dijo...

hola! ay! cómo lo siento! me temo que este post era más que nada una catarsis absurda... me sentía fatal, si tuviera ánimos relataría todo el fin de semana en clave de humor y nos reiríamos del patetismo del que se puede llegar a teñir mi vida en alguno de mis momentos estelares...quizás lo haga el día que termine de asimilar los sucesos que aún me traen loca.
la tarjeta.. la tarjeta! la tarjeta "mutó" su pin solita! me la rehabilitaron y funciona, pero "mutó" su pin y nadie me lo explicó... todo es tan absurdo!
la espera en el banco no sólo me sirvió para escribir el post, sino
que también para escribirl el poemilla -o llámalo x- que hay escondido entre los parrafos de la interminable historia y de nuevo, el post sirvió de excusa para colocaros el poemilla...

y el pelo... ay! el pelo, me lo corté, pero nadie lo notó... :S

de nuevo gracias por dejarte caer!
besos!!