¡Sorpresa! El cajero no tiene dinero.
¡Sorpresa, sorpresa! y no me deja cambiar pin... busco y rebusco entre los trozos de papel que he estado a punto de dejar caer, menos mal que soy una persona cívica y no lo hice. Al final encuentro el pequeño fragmento que mutila el 7, pero el 7 sólo puede ser 7, y ya no busco más símbolos ni señales ni nada, sólo es un 7 roto. Busco otro cajero, inserto la tarjeta, inserto el pin, y saco dinero, todo dentro de los límites de lo normal, no encuentro la opción para poner mi pin de siempre. Se hace tarde, ya lo miraré más detenidamente. Guardo mi dinero, y el comprobante, el pedacito de papel con el 7 mutilado... ¡¡¡che!!! ¡al lado de la tarjeta no! ¡loca! Capaz y me roban esta noche el monedero. Lo guardo en otro bolsillo de mi enorme bolso, imposible asociarlo con la tarjeta, un diminuto trozo de papel pequeño mutilando un 7, entre toda la porquería que puedo llegar a llevar en mi bolso... lejos del monedero, separado por infinitos bolsillos y departamentos, riadas de papeles y resguardos, facturas antiguas y garabatos en servilletas de papel. Igual tampoco nadie me va a robar, aparco mi neura y sigo caminando a pie.
Sábado por la tarde, 17:30 horas, ponle 40ºC, la morriña de después de comer y yo a la peluquería, total, porque en un arrebato de espontaneidad, pasé por delante de la misma y entré sin pensármelo dos veces: hoy me corto el pelo.
"No se puede pagar con tarjeta, la máquina está rota" le comenta la linda peluquera con rizos de princesa Disney a otra clienta mucho más ávida que yo, que sí que pregunta. Me doy por aludida y le cedo la vez a la chica que preguntó. Yo tengo que volver al cajero. Atravieso el asfalto ardiente y el aire abrasador pesa en mi espalda espeso que casi no lo puedo respirar. Ando empapada en un sudor pegajoso que ensucia mi buena onda...
Operación: saco la tarjeta, recupero el trozo de papel con el 7 mutilado, inserto la tarjeta, tecleo el pin, tal y tal y tal:
LA OPERACIÓN NO PUEDE LLEVARSE A CABO”
LA OPERACIÓN NO PUEDE LLEVARSE A CABO”
TARJETA RETENIDA.
PÓNGASE EN CONTACTO CON SU BANCO”
La señorita-un-poco-lenta-pero-sonriente aparece con la amenaza de no poder ayudarme y se pone a hacer algunas otras cosas entre papeles que no entiendo. Al rato me comenta que mi cuenta está activa. Señores, esto no es serio, como broma ya está bien. Desaparece y vuelve a aparecer: “vete diez minutos y vuelve que el director te atenderá entonces”. No sé porque le hago caso y me voy, vuelvo a los diez minutos exactos. Toda la gente que antes parecía estar esperando para la caja, ahora quieren hablar con el director... maravilloso. Ha de ser una broma, seguro que es una broma, pero no me parece gracioso, me siento en los sillones y garabateo una idea que me ronda la cabeza en un cuaderno perdido:
El alma se me ha roto
partículas infinitesimales
flotando encima de mi cuerpo
diminutamente titánicas y espesas.
Ahogando quejidos callados
del alma rota y deshecha
que flota espesa y ausente
encima de mi cuerpo
melancoly,
mi alma está rota
...mariposas amarillas.
Le explico y bromea sobre lo despistada que soy. No sé si quiero pegarle una patada en la espinilla o echarme a llorar, intento dibujar una sonrisa cordial mietras sale de la máquina diabólica un resguardo con el número de pin asociado a mi tarjeta: el de siempre. El de siempre!!!!!!! Vale, ahora es cuando la conspiración se desvela y salen mis amigos con champán y nos reímos todos. No. Eso no pasa... hay más: “Mira, te voy a enseñar a cambiar el código”, me dice el amable director, en respuesta a mi educado “no supe cambiar el pin”. Inserta la tarjeta, me regala una serie de explicaciones banales sobre el funcionamiento de los cajeros y cómo están programados y de pronto (tacháaan!) la pantalla le muestra que mi tarjeta tiene inhabilitada la posibilidad de cambio de pin. Me lo comunica. Quiero decirle “no entiendo nadaaaa!! donde están las cámaras?” pero sonrío, asiento con la cabeza recojo mi tarjeta y me voy. Camino con el alma rota y deshecha, flotando espesa y ausente fuera de mi cuerpo, conmigo, pero no en mi...
...mariposas amarillas.
Nunca debí mutilar el 7.
2 comentarios:
Ah no señorita..¡Esto no se hace!
Yo me retorcí la neurona pensando que al final estabas equivocada y que el 7 era un 1 , y ahora termina así?
Pero y ahora…¿Qué pasó con la tarjeta? ¿No sirve más? ¿Te llegaste a cortar el pelo? jajaja.
¡Qué odisea! Como para comerse las uñas y mandar a la señorita-un-poco-lenta-pero-sonriente al carajin! Estas cosas parecen comunes, pero cuando estás de protagonista no son nada lindas.
Al menos te sirvió para escribir el post, y para que una loca-curiosa-sonriente lo leyera y se quedara con la intriga de qué hiciste después.
Besitos
hola! ay! cómo lo siento! me temo que este post era más que nada una catarsis absurda... me sentía fatal, si tuviera ánimos relataría todo el fin de semana en clave de humor y nos reiríamos del patetismo del que se puede llegar a teñir mi vida en alguno de mis momentos estelares...quizás lo haga el día que termine de asimilar los sucesos que aún me traen loca.
la tarjeta.. la tarjeta! la tarjeta "mutó" su pin solita! me la rehabilitaron y funciona, pero "mutó" su pin y nadie me lo explicó... todo es tan absurdo!
la espera en el banco no sólo me sirvió para escribir el post, sino
que también para escribirl el poemilla -o llámalo x- que hay escondido entre los parrafos de la interminable historia y de nuevo, el post sirvió de excusa para colocaros el poemilla...
y el pelo... ay! el pelo, me lo corté, pero nadie lo notó... :S
de nuevo gracias por dejarte caer!
besos!!
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