Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...

lunes, 23 de junio de 2008

A ver cómo te explico, Mr. Grillo..

A ver cómo te explico, Mr. Grillo... Cuadernos. Robaré palabras de otros, para variar... sacaré de uno de mis cuadernos favoritos un antiguo recorte de un semanario, lo sacaré de un cuaderno que me entregó mi padre el 14 de Noviembre de 1997, como el que me entrgaba una joya especial donde habría de dejar volar mi imaginación, entrenar mi ojo y mi mano, dar vida a mi lapiz y a mi pluma, al pincel. Lo recibí con un gesto intuitivamente casi ritualístico, como si recogiera la llave que abre la puerta del mundo que sólo yo puedo ver y crear. Ese día mi padre me entregó un cuaderno Canson de tapas duras, grises con el lomo en negro, que ahora está manchado de cera de vela... cera que le cayó una noche mágica que nevaba en el cuarto de mi residencia de estudiantes en North Yorkshire... eso fue en Diciembre de 2004... un cuaderno amable que siempre va conmigo, un papel que invita tanto a dibujar como a garabatear palabras, bocetos, pensamientos recuerdo, secretos, un cuaderno que no comparto con nadie... a ver como te explico... De entre sus páginas sacaré un recorte arrancado de una revista semanal en la que el escritor Antonio Muñoz Molina escribió durante un tiempo hace ya...
A ver cómo te explico... te leo
Hay que tener un cuaderno, hay que llevarlo siempre a mano, en el bolsillo, en la bolsa de viaje, como se lleva un salvoconducto, hay que saber elegirlo, pero más todavía hace falta la buena suerte de encontrarlo. Tan importante como el hallazgo de un buen libro es el hallazgo de un cuaderno: la hoja en blanco es el negativo de la página impresa, y en él irán surgiendo las palabras y las imágenes futuras en el lento revelado del tiempo. No se busca un cuaderno porque se sienta la necesidad o el deseo de escribir algo. Se escribe algo porque se tiene un cuaderno, porque su forma y sus hojas en blanco nos despiertan el deseo de escribir, de anotar, de descubrir. Me pregunto si Josep Pla habría escrito esa maravilla de El cuaderno gris si de verdad no hubiera encontrado un cuaderno de tapas grises con todas sus hojas intactas, no hubiera sentido al tocarlo que de algún modo allí estaba ya contenido y oculto un libro. En un gran bloque de mármol que llevaba años abandonado en la plaza de la Signoria de Florencia, el joven Miguel Ángel vio de antemano la posibilidad y la promesa del David. Alberto Durero viajaba a principios del siglo XVI por los caminos de Alemania llevando un cuaderno en el que anotaba igual bocetos de paisajes que relatos o imágenes de sueños. Uno de los documentos más valiosos sobre la vida y la carrera de Scott Fitzgerald es un gran cuaderno que lo acompañaba siempre, un libro de contabilidad en el que iba detallando sus ingresos, las cifras de ventas de sus novelas, el dinero mercenario y fácil que le pagaban las revistas de moda por sus relatos, algunas líneas lacónicas sobre sus estados de ánimo. Ese libro, que viajó con él a Europa en los equipajes opulentos de sus años de prosperidad, lo acompañó también en el regreso a América y en el negro declive de la última parte de su vida.

Algo debió de llamar la atención de Scott Fitzgerald en ese cuaderno la primera vez que lo vio, la intuición de que su vida futura iba a estar en esas páginas vacías, como en las hojas de los calendarios de los años próximos. El hallazgo de un cuaderno es como el de una casa en la que nada más entrar ya sentimos que vamos a vivir mucho tiempo: la hondura desierta de las habitaciones en las que tienen esa magnífica sonoridad los pasos y las voces, el olor a la pintura reciente, a la madera recién barnizada. Parecía que el cuaderno también nos estaba esperando con su espacio vacío y su olor a cosa nueva. Viajar es ir con un cuaderno ya conocido y usado y encontrar otros cuadernos en las hondas papelerías de las ciudades extranjeras. En Venecia lo marea a uno la abundancia y la belleza de los cuadernos hechos y cosidos a mano que se venden en las Legatorie, las papelerías que tienen a veces un misterio de talleres medievales. Compré en una de ellas un cuaderno con las tapas flexibles de cuero y las hojas de un color suave de trigo y aún no me he atrevido a escribir en él ni una sola palabra.
Envidio sobre todo los cuadernos que llevan los pintores, el de un amigo mío arquitecto que va dibujando en el curso de sus viajes bocetos de los edificios que ve y de los que se imagina. Un cuaderno en blanco es una tentación de observar y anotar, como si se llevara una misión secreta o una de aquellas corresponsalías de los cronistas holgazanes de los años veinte, siempre dispuestos a usar el bloc y el lápiz tan velozmente como si disparasen una Leica. Un cuaderno lleno tiene algo de experiencia rebosada y cumplida. Pero a mí me gusta más encontrarme escribiendo en sus primeras hojas, aventurar como una tentativa estas primeras líneas. Abrir un cuaderno con todas las páginas en blanco es como habitar una casa intacta, como tener toda una vida por delante.
Me encanta encontrar esos cuadernos, te seducen y no puedes evitar agarrarlos, tocarlos, y sentir la vibración de una llamada profunda, pues te encuetran y ya no es tuyo el cuaderno, pasas a pertenecerle, efectivamente... es el tacto en sus hojas y el abrazo de sus tapas, como una mirada secreta..
Cómo explicarte Mr. Grillo... voy a seguir robando palabras, estas son de Jack Kerouac, del Credo y Técnica de la prosa Moderna, la selección y la traducción, con acento, muy literaria, los robo del blog de Ayelén:
LLevá libretas secretas garabateadas y páginas salvajamente escritas a máquina, para tu propio placer. Mantenéte abierto y atento a todo, escuchando. Amá con locura tu propia vida. Lo que sentís encontrará su propia forma. Esforzáte por describir el oleaje que ya existe en tu mente. No tengas miedo ni vergüenza por la dignidad de tus experiencias, tu lenguaje o tus conocimientos. Escribí para que el mundo lea y vea la imagen precisa que tenés de él. Creación salvaje, sin límite, pura, surgida de las profundidades, en lo posible, alucinada. Sos un genio, siempre.

Y al hilo, también robaré palabras de On the Road:
The only people for me are the mad ones, the ones who are mad to live, mad to talk, mad to be saved, desirous of everything at the same time, the ones who never yawn or say a commonplace thing, but burn, burn, burn, like fabulous yellow Roman candles exploding like spiders across the stars, and in the middle, you see the blue center-light pop, and everybody goes ahh...

Mr. Grillo, cómo explicarte lo que siento cuando fluyo en el cuaderno y garabateo momentos, cuando elijo qué fijar y qué dejar pasar, la trascendecia que cobran entonces para mi esas insignificancias, palabaras que pueden ser robadas...
...de mis cuadernos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermosas y certeras citas del gran Kerouac, ciertamente. Nos leemos.

Ada.. dijo...

Me alegra que te haya gustado! Es un placer que caigas por aquí de vez en cuando...
:)

Ayelén dijo...

Hola Ada, muuy buena toda la selección ... eso es lo lindo de cualquier hecho artístico, una vez que ve la luz ya es de cada uno que quiera tomarlo.
besos.

Ada.. dijo...

Aye, encantada de que te haya gustado! y de verte caer por aquí, besitos!