El dios bondadoso de los aztecas, Quetzalcoatl, regaló a los hombres el árbol del cacao antes de ser expulsado del Paraíso. Con este fruto divino, los hombres lograrían vigor y fuerza. Ellos lo convirtieron además en su moneda, llamándolo "cacahuatl". Un día Cristina se dejaba caer por las calles de York, como metida dentro de un cuento medieval, disfrutaba perdiéndose por calles de sitios que no conocía, como probablemente le expliqué una vez que había que hacerlo. Disfrutar del placer de perderse en ciudades desconocidas, dejándose llevar por el murmullo de la gente o los pequeños detalles que te van llamando la atención, para dibujar rutas alternativas... Así encontró mi amiga una deliciosa chocolatería entre callejuelas y casitas, como estábamos acostumbradas a imaginar de cuentos de la infancia: Chocolate Heaven. En su expositor delicias que no podían por menos que producir algún tipo de gozo en las caras de los visitantes... a la derecha la imagen más evocadora de Charly y la Fabrica de Chocolate que pudiera encontrar en la vida real, un molino de chocoláte, al más puro estilo de los antiguos molinos de agua, batía el chocolate, que caía hipnotizándote llevándote a la posibilidad de un mundo dulce y lleno de felicidad como si el aroma en el lugar te embriagara y de algún modo te hiciera experimentar algún tipo de sensación psicotrópica...
Y yo me declaro totalmente adicta al chocolate... si no, no podría escribir esto. Oscuro objeto de deseo, me vuelve loca y me desenfrena. No hace falta que yo lo diga para que lo noten, se configura esta adicción, de las pocas que me permito ya, como parte de mi personalidad. Por eso Cristina, cuando visito el cielo del chocolate, no pudo menos que pensar en mi, y adquirir aquel gracioso llavero que decía:
Totally addicted to Chocolate.
Unable to pass a checkout without
giving in to
the temptation,
size DOES matterto this addict.
Always has a secret stash.
There is no known cure!
No me avergüenza en absoluto, afanosa me recreo, si no me lo como, lo pienso... el pequeño bocadito, cuanto más oscuro, más amargo, más auténtico, anticipa su aroma el momento próximo: el ligero crujir y sus minúsculos pedacitos deshaciéndose en los labios, después en la boca, espeso, despertará, amargo, chisporreteo de sensaciones en la lengua... que si un beso, un beso...
Es placentero, adictivo y caprichoso ¿No han tenido nunca que salir a buscarlo desesperadamente? O hacer como que disimulan y controlan, un día detrás de otro, falla... O sin saber qué pasa, qué nos falta... CHOCOLATE.
Esta tarde andaba malhumorada en estas cuatro paredes, confinada por mi reposo, y con una pequeña ansiedad que se colocaba en forma de vacío yo no muy bien dónde... Al principio no supe bien darle un nombre, después vino solo, cuando empecé a paladear el sabor fantasma de mi pequeña perdición... Intenté evitar pensar en ello, y hacer como que disimulaba, aunque ya comenté más ar
riba que no suele funcionar. Pero no todo estaba en mi contra y apareció papá con un regalo de mi tía abuela, por la operación, por el reposo... al final no va a estar tan mal!!
La caja
Champs Élyseés de Lindt, presentados en una caja azul oscura con el dibujo en relieve dorado de los Campos Elíseos de París, se descubren 11 variedades de exquisitos bombones suizos, todo un placer para mi solita, la mayor de las chocolateras que conozco... Los atesoro aquí en la madriguera y no pienso darle a nadie!! jijijijiji!!
¡me alegró el día!
2 comentarios:
AMO el chocolate. lo amo MAL.
beso.
ayelén, amalo bien, y no me hagas publicar un post en defensa de todos sus beneficios, que tendría ya que cambiarle el nombre al blog para evocar otro cuento distinto...
besitos!
Publicar un comentario