Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do...

lunes, 31 de enero de 2011

Robé un sueño que me enloquece atrapar.

Un día normal, en el lugar de siempre, con la gente de siempre y las mismas conversaciones, quizás el tiempo parecía transcurrir un poco más despacio y la música era más lejana. Los olores espesos, pero indefinidos, y la sensación de un déjà vú me embriagaron de sabrosa irrealidad.
Las voces en mi cabeza me distraían y atrapaban mi atención; empezaban a cobrar otra clase de consistencia, distinta de la que aquellas pinceladas generalmente ideadas al límite de lo efímero, inconexas y caprichosas jamás habían logrado adquirir antes. Por momentos y sin darme cuenta, las voces se hicieron con cierta autonomía y contaban la historia imaginaria, de seres imaginarios, en un lugar igual que aquel, pero imaginario, aún inequívocamente real. Una historia relevante y cierta. Necesitaba robarle a las voces de mi cabeza aquellas palabras, atraparlas y hacerlas mías, grabarlas con tinta sobre mi recuerdo para poder hacerlas arder en algún pedazo de papel. Se sucedían a una velocidad trepidante e intentaba reproducirlas y repetirlas simultáneamente en las diferentes particiones cerebrales de mi cabeza. Al pasar de unas a otras, el eco se diluía en la reverberación perdida del sonido intangible, de lo no pronunciado.
De pronto me di cuenta de que estaba soñando y quería despertar para correr a escribirlo todo. Me retiré a un lugar tranquilo de mi pensamiento y busqué consciencia. Encontré la puerta de salida, crucé el umbral y de nuevo me volví a encontrar en el lugar de siempre, un día normal, con la gente de siempre. Conversando con mi cabeza. Y allí estaba yo. Me observé dirigirme hacia un lugar tranquilo de mi pensamiento y quise detenerme. Avancé en dirección contraria a mi misma convencida por un razonamiento lógico, tan absurdo como irrefutable, de que era la única manera de evitar el desastre de verme desaparecer en la nada, y atrapada otra vez allí, donde el eco ya había desaparecido.
Antes de darme cuenta, los espacios se estaban ajustando y en el espejo del excusado vi reflejada la imagen de mi misma intentando alejarse de si, en direcciones opuestas -sobre un reflejo infinito, para intentar detenerse.
Y gritó el silencio roto y quieto de cristales arañando mi cara.


No hay comentarios: